Capítulo 1: Otra persona.

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Elliot

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Elliot.

Doy un primer bocado a la comida y los flashes no tardan en aparecer.

Intento ignorarlo, como lo hice en todo el camino al restaurante.

Nathan prueba su vino. Otro Flash.

Ambos suspiramos y nos miramos, discutiendo con la mirada: "¿por qué no comimos en casa?"

Es la primera cita que tenemos desde que el volvió de su viaje. La primera cita en 2 años.

—¿Qué has hecho mientras no estuve? —Dice sin mirarme.

Y la pregunta que más temía se hace presente.

Cuando él se fue, prometimos seguir hablando, continuar comunicados; y lo cumplimos... Al menos durante un tiempo. Pasado el año de su viaje, las cosas cambiaron. Ya no nos hablábamos.

Pero no voy a decir que no lo extrañé. Ahora, teniéndolo por fin para mí; ahora que por fin podemos estar juntos sin que nadie nos lo impida, incluso ahora, me siento incómodo. Quizás por todas las cosas que pasaron cuando él no estuvo; cosas que le tendré que contar.

—Pues... cosas. —Soy un imbécil.

Nathan levanta la mirada. Sus ojos miel lucen más atractivos de lo que yo recordaba, su cabello rubio casi blanco está un poco más largo pero no deja de verse irresistible en él.

—Sabes... —Hace una pausa y deja su cubierto. No puedo mirarlo a los ojos— creo que no me enfadaría si dijeses que... tuviste a otra persona mientras no estuve.

Todo queda silencioso tras su comentario, lo único que se oye son los sonidos de los cubiertos golpeando los platos de las personas a nuestro alrededor.

Desvío la mirada a cualquier lugar en el que él no esté en mi campo visual. Maldito Nathan y su estúpida sinceridad.

—¿Crees?

—Te quiero, Elliot y soy celoso. Lo admito. —Ahora sí lo miro fijamente. Sus simples palabras hicieron que se me acelerara el pulso—. Pero no te culparía; dos años es demasiado tiempo.

Reflexiono. Si me está diciendo esto es porque él también tuvo algo con otra persona. Siento un calor parecido a la rabia subir por mi cuerpo. Tomo un sorbo de vino para intentar calmarme.  Otro flash, eso no ayuda.

—Lo importante es que ahora estamos juntos, ¿no? —Digo intentando esquivar la pregunta—. ¿Cómo estuvo el viaje? ¿Qué has hecho?

Le sonrío, esperando que no vuelva al otro tema. Él no me devuelve el gesto.

—Pues... cosas.

El resto de la cena transcurre en silencio. Un horrible silencio.

Ayer cuando volvió del viaje y yo fui a recibirlo al aeropuerto, no tuvimos mucho tiempo de hablar y preguntarnos que habíamos hecho; estábamos demasiado ocupados recordando la piel del otro.

White. Where stories live. Discover now