IX

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De pronto la mujer de negro apareció ante mí. La mente me estaba jugando una mala pasada. Todo lo que me dijo era cierto, pero me negaba a acabar de aquella manera; lucharía, estaba luchando. ¿Cómo luchar contra algo que no ves y desconoces? Es imposible. Me encomendé a la virgen de mi pecho, saqué el escapulario y dejé que lo que me estaba atacando lo viera. Quizá su visión los ahuyentara. Seguí corriendo, la maleta quedó atrás. Corría más rápido sin ella. De repente, algo se materializó delante de mí. Era un hombre de mediana edad, reía.

-¿Dónde crees que vas? -preguntó riendo.

Sus risas eran muy parecidas a las de una hiena. El tipo me estaba cortando el paso, así que me desvíe en dirección al bosque. Las carcajadas me rodeaban, no me daban muerte; jugaban conmigo. Me estaba cansando de correr. Sorteaba los árboles en plena oscuridad. El pavor me estaba dominando, paré un segundo para escuchar si estaban cerca; lo estaban, los tenía encima. Reanudé la carrera con la respiración a mil por hora, jadeaba, sudaba, el dolor de la boca iba in crescendo; el miedo se apoderó de mí y comencé a chillar.

Marchaba presto hacia la muerte, lo sabía. Estaba siendo presa de algo desconocido ante mi mente científica. Una rama me golpeó en la cabeza, noté como otra más pequeña entró en mi ojo derecho y caí al suelo rodando. Debía de ser un barranco o un desnivel en el suelo porque sentí ese vértigo cuando caes a algo profundo. Rodé y rodé golpeándome las costillas y la cabeza contra las piedras.

Cuando desperté, estaba rodeado de gente. El tipomaduro que me cortó el paso estaba allí, mirándome. Había también otros treshombres de distinta edad. Me miraban, sonreían; habían conseguido su presa. Mehabía quedado ciego del ojo derecho, por el izquierdo atinaba a verlos bastantebien. Me dolía todo el cuerpo, estaba muy maltrecho.

El ViajeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora