VII

14 5 0
                                    

La gente estaba histérica. No se veía nada, nadie había reparado en encender un fuego, o antorchas. La histeria, la sugestión sumada a la superstición se había apoderado de los pasajeros del tren. Los hombres estaban reunidos. Creo que debatían para intentar quitar la barricada y arrancar la locomotora de nuevo. El conductor se había golpeado en la cabeza, la sangre cubría su cara y las mujeres intentaban calmarlo y curarlo.

Perdí de vista a mi compañera de viaje. La gente se santiguaba, rezaba y decía:

-Que en esta noche Dios nos proteja de las ánimas perdidas.

Estaban atemorizados. Yo también lo estaba pero no pensaba quedarme a esperar. Quería seguir mi viaje, así que maleta en mano seguí caminando por la vía. Siguiéndola no me perdería, pensé.

Dejé a los pasajeros atrás intentando quitar la barricada y rezando. Me miraban como si estuviera loco. Si era cierto lo que la mujer de negro me había dicho, no me quedaría a ver cómo nos mataban a todos. Aunque era más probable que muriésemos congelados.

Poco a poco iba dejando atrás el tren y los pasajeros. Me sentía bien, tenía frío pero estaba resuelto a continuar con mi empresa. Siempre he sido un hombre impaciente. Con la maleta en la diestra y abrigado hasta el cuello con la capa de cuero. Llevaba sombrero de ala ancha -consejo de mi padre- y caminaba ligero y firme, sin percatarme de que una niebla hizo aparición. Unas veces era blanca y otras púrpura.

Tuve la sensación de que no estaba solo. Algo meseguía o me acompañaba. Paré la caminata un momento, creía haber oído algo.Afiné los tímpanos. Una orgía de gritos se escuchaba a lo lejos. Era cierto loque la vieja de luto me había contado. El temor me acorraló, las piernas metemblaban; a pesar del frío sudaba a chorros. Primero pensé en ir al tren paraver qué pasaba, pero la gente estaba muriendo. O eso me parecía. La únicasalida que tenía era seguir adelante y eso hice.

El ViajeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora