Nada como volver a casa.

15 1 0
                                    


   He estado este último año y medio en un hospital psiquiátrico. Mis padres me han internado porque veía pequeños seres de aspecto algo grotesco, eran pequeños, de color verde lima, tenían orejas muy similares a las de los burros, tenían pies muy deformes y muy desproporcionales con el resto de su cuerpo pequeño, no creo que llegasen a pasar de mi rodilla, o bueno eso creía, pero sé que ahora estoy en un error, eso no existe, esas criaturas que mi mente había imaginado eran solo eso, una imaginación que gracias a los doctores y enfermeros que me cuidaron pude superar.

Cuando llegue a casa, mis padres me recibieron algo dudosos de si había vuelto a ser el mismo de antes de ver estas criaturas, que, hasta incluso tenían nombre, les había llamado "Duendes Macabros". Sin duda nunca fui de imaginar nombres muy creativos. Mis padres al ver que había tenido un buen comportamiento cuando llegue y los primeros días que estuve ahí en casa, notaron que había vuelto a la normalidad, me acogieron con mucho cariño, ah... nada como volver a casa, o por lo menos así creía. Hace poco escuche unas risas quisquillosas, algo peculiares, demasiado raras a decir verdad; las escuche mientras estaba en mi cuarto, parecían provenir de la sala, mi casa de una sola planta, por ende, había un pasillo que conectaba con las habitaciones de mis padres, la de mi hermana menor y la mía, para de después dar con la sala. Como mi cuarto era el más cercano al mismo, podía escucharlas con algo de esfuerzo. "No pueden ser mi padres ni mi hermana", pensé, "Ellos no son de hacer bromas", proseguí hablándome mientras me levantaba a ver lo que sucedía. Cuando salgo de mi cuarto, oigo que algo se mueve en la sala, no era de dudar, era la mesa, a pesar de tener las luces apagadas, se podía notar con solo escuchar el mover de las patas de madera rechinando contra el suelo del mismo material; no había duda, alguien la había movido. Me dirijo a la sala a oscuras, no había ninguna luz prendida más que la de mi cuarto, esto debido a que eran casi las once y todo el mundo en mi casa duerme temprano menos yo, eso por el efecto secundario de algunas pastillas que me habían dado en el hospital. Avanzo con cuidado, el suiche más cercano se encontraba cerca del comedor, que éste a su vez se encontraba al final de la casa yendo a la derecha después de salir del corredor. Fui rápido a buscarlo, no sin antes haber preguntado si alguien se encontraba por ahí. Vuelvo a escuchar las mismas risas, el corazón se me acelero y solo tenía como objetivo llegar a encender la luz, pase por la sala lo más rápido que pude caminando, teniendo cuidado de no chocarme con nada, con mi poca visibilidad, era muy difícil ver lo que tenía en frente. De repente escucho el sonido de unos pasos cortos pero veloces provenientes de atrás de mí, me volteo para intentar ver qué era eso que había logrado escuchar, al par de segundos vuelvo a escuchar el sonido de la misma mesa arrastrándose, esto lo sabía porque solo tenemos una mesa de madera, que, aparte era grande, era familiar, ósea que era fácil de reconocer, cuando me volteo a ver a donde se había movido, se me eriza la piel, la tenía en frente mío; esto era algo impresionante, las únicas personas capaz de mover esa mesa eran mi papá y yo, ya que mi madre tenía problemas en la espalda que le hacían sentir mucho dolor cuando lo intentaba y mi hermana sencillamente no tenía la fuerza para moverla así de rápido. Quite la mesa del camino que estorbaba para ir a la cocina; la hago a un lado y por fin llego, cuando estoy a punto de encender la luz, escucho un gran grito ensordecedor, muy agudo y chillante. La encendí y lo que vi fue algo que me tomo por sorpresa, las paredes estaban con arañazos en algunas partes, los muebles blancos que teníamos traían zarpazos, y la mesa se podía ver un rastro proveniente de sus patas que había rayado el suelo. De repente oigo una de las puertas del pasillo abrirse, me dirijo para ver qué había sucedido.

-¡OOHHH! –Escucho el sonido de una mujer gritar. –Pero ¿Qué pasó aquí? –Sin duda reconocí la voz de mi madre.

Cuando me ven entrando al pasillo, sus rostros de impacto cambian a uno de asombro siendo posiblemente yo la causa de ellos.

Cuentos y Relatos de N3Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu