♕II♕

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—Entonces, ¿alguien tiene alguna pregunta?—Preguntó dirigente Zigor con cierta familiaridad hacia los caballeros. Estos se quedaron en completo silencio, en señal de que todos habían entendido el procedimiento.

Mientras que la guardia real se preparaba, el príncipe Andrea ya se encontraba en el asiento de la mesa en la que suponían estar los jueces del evento. Era de crucial importancia que todos y cada uno observaran delicadamente a los caballeros que participaran en la elección, pues esa persona sería quien garantizaría la seguridad de el futuro rey del reino de Cyrelth.

—Solo espero que mis ojos reales no presencien tanta violencia.—Dijo Andrea mientras que reposaba el mentón en la palma de su mano. Su mirada se concentraba en apreciar el destellante sol que adornaba aquél día.

En la ancha, fina y arreglada mesa de los aparentes jueces se encontraban Su Majestad el Rey Adolfo, Su Alteza Real el príncipe Andrea, Su Majestad la Reina Zenda, y por supuesto, el dirigente de la guardia real Zigor. Entre los cientos de espectadores se encontraban invitados especiales del reino, personal del castillo que se habían escabullido para presenciar el evento, entre otras personas.

—¡Pasen, caballeros!—Ordenó el dirigente, con voz firme. Él era un tipo alto, de unos cuarenta y tres años, con cabello castaño y ojos verdes. Su contextura era robusta y como si no fuera poco tenía una cicatriz que le atravesaba el ojo derecho—. Su Majestad, me he tomado la molestia de elegir a los mejores cinco caballeros de la guardia para de esta manera hacer la elección menos tediosa.—Aclaró.

—Espléndido, así me gusta, dirigente Zigor. Siempre supera mis expectativas.—Respondió El Rey, de alguna manera felicitándolo. Sus ojos azules le dirigían una mirada de confianza.

El primer candidato a ser el caballero oficial era nada más y nada menos que Wyn Hails. Athenea y él estaban de cuello a cuello en cuanto a empeño en la guardia real se trataba, pero desafortunadamente éste hombre le ganaba con respecto a la influencia y la posición social que poseía. No había casi ningún caballero que nunca hubiese oído su nombre o presenciado su gran fuerza; Wyn era casi como un ídolo de entre los caballeros del reino. Sus ojos marrones brillaron con tenacidad y procedió a realizar el saludo tradicional a la realeza. 

A los caballeros se les pedía realizar una serie de ejercicios físicos básicos, otros ejercicios de resistencia, pruebas de habilidad y rapidez, y por último, la prueba que no podía faltar en un caballero: la habilidad con su espada.

Posteriormente, la primera prueba dio inicio. Se trataba de esquivar la mayor cantidad de flechas y obtener el menor daño posible por parte de éstas. 

Aunque era verdad que para ése evento los cinco caballeros vestían sus armaduras pesadas y de cuerpo completo, en otros momentos solían vestir un uniforme adecuado con partes de armadura únicamente estando protegiendo el abdomen. Debido a esto, si las flechas llegaban a rozarle la armadura, contaría como un punto de daño.

Aproximadamente cinco flechas eran lanzadas por cada minuto, y el período de tiempo de éste ejercicio era de unos diez minutos; lo que significaba que Wyn debía esquivar cincuenta flechas en total.

Decidido, el caballero veía las veloces flechas que se aproximaban directamente hacia él. Al principio su agilidad burló a los objetos totalmente, pero en los últimos cinco minutos recibió un par de roces por parte de las rápidas flechas: en total, había tenido cinco puntos de daño.

Ése resultado era ciertamente impresionante para todos los presentes.

En las demás pruebas excedió todas las expectativas, pero su cansancio ya se dejaba mostrar. Para su mala suerte, llegó a el último examen con fatiga de sobra.

Esta Vez Ella es el Caballero y Él es la Princesa (EN RECONSTRUCCIÓN)Where stories live. Discover now