Prólogo

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Cuando estas en la guerra curiosamente descubres la razón por la que vivir, un borracho por su cerveza, un mujeriego por un par de mujeres voluptuosas, un granjero por volver a sus tierras, un músico por volver a acariciar las teclas de su piano Schiedmayer, un monaguillo por sus feligreses y un idiota por el amor de su vida. Yo no era ninguno de ellos, simplemente acabé como un soldado entre otros mil soldados con otras mil razones para vivir. Supongo que vivo para matar o mejor dicho vivo sabiendo que en cualquier momento me van a matar.

De repente el estruendoso sonido de la alarma inunda todo el campamento donde descansamos cientos de soldados y la cacofónia del lugar me aleja de mis pensamientos haciéndome volver a la realidad, mientras observo como todos se levantan de sus camas y toman sus fusiles M1 Garand semiautomaticos con capacidad de 10 balas el caos se palpa en el ambiente y la batalla es inminente. De lejos una voz confirma lo que era evidente.
—Los Nazis nos atacan. — y posteriormente esa voz se pierde entre una explosión, posiblemente de una granada.

Los últimos hombres salen del dormitorio en donde me encuentro y los primeros fogonazos se escuchan con fuerza y el particular sonido de la guerra penetra en mis oídos. No entiendo el como ni el por qué pero el sonido de las bombas, de los gritos, de las explosiones y en general de la guerra se ha vuelto algo tan común entre nosotros, así como en un manicomio los gritos y los lamentos se vuelven parte de algo cotidiano, para nosotros lo es la muerte y la desesperación,«tal vez los locos somos nosotros y ellos son los que deberían estar acá y nosotros allá »pensé.

Entonces me di cuenta que era el unico hombre en el dormitorio. Tome mi fusil, un par de granadas de palo, mi casco y por último mire con detenimiento una foto al lado de la cómoda donde estaba mi madre y mi hermana, cerré los ojos esperando una muestra de afecto inexistente de mi madre, luego exhale profundo y le dije a esa foto.
—Las amo —en un pequeño susurro. Y con determinación salí hacia la trinchera, hacia la muerte.

La luz del amanecer me cegó por un instante, posiblemente eran las 07:00 de la mañana lo supe gracias a que mi padre me enseñó todo acerca del espacio y de las constelaciones, decían que estaba chalado por sus habladurías y fascinación por el cielo, lo cierto es que nunca entendí como era capaz de quedar anonadado con una simple estrella en medio de la noche, en medio de los rumores de una guerra que se aproximaba y por si fuera poco con la carga de sostener a su familia, era un hombre sencillo y humilde. Pero el ya no está aquí y tengo que luchar sólo a pesar de estar rodeado de cientos de soldados, cada quien salva su pellejo y cada quien lucha por una razón.

El cruce de fuego era interminable, los nazis poseían fusiles Mauser Karabiner 98 Kurz y de lejos podía ver como avanzaban detrás de tres tanques y arrasaban con todo el campamento. Entonces el coronel Hunter apareció de entre la masa.
—Blake que hace ahí parado le van a volar la cabeza. —dijo queriendo sonar imponente pero el miedo y el temblor en su voz eran evidentes—. Los nazis se acercan estamos perdiendo, necesito que usted y su pelotón flanqueen esos tanques, Miller conoce una ruta.—dijo mientras señalaba un hombre. En ese momento una granada cayó a mis pies, —GRANADA. — dije y sin pensarlo la tomé y la lancé  de vuelta al campo de batalla pero en medio del aire la granada implosiono haciéndonos retroceder y dejando aturdido a medio pelotón. Sentí como el corazón me latía con fuerza y los sollozos poco a poco se volvían más claros y parcialmente recobraba mi audición.

—Mierda. — dijo el coronel Hunter dirigiendo su mirada al piso. Seguí su mirada hacia el piso ahí yacía el cuerpo sin vida de Miller con la cara reventada a la mitad aún moviendo los ojos y un poco los dedos en donde quedó su fusil aún caliente.
—Blake no tenemos tiempo mueva a su pelotón y flanquee a esos hijos de puta como sea, le proporcionaremos fuego de cobertura. —dijo el coronel Hunter mientras agitaba su mano para que el resto de hombres se preparan para cubrirnos.
—Los necesito, recargen munición y siganme. —les dije a tres hombres junto a mi que tenían una expresión de terror en sus rostros, tal cual como niños que escuchaban la historia del coco por primera vez. Todos nos agachamos y una vez preparados o no el coronel me miró y asintió como señal.
—AHORA!! —dijo, y el y sus hombres empuñaron sus rifles M1 Garand como nunca, logrando hacer retroceder un poco a los nazis gracias a la ráfaga que habían creado. Fue el momento  perfecto para que yo y esos tres hombres salieramos de la trinchera y rápidamente con todas nuestras fuerzas corrieramos a una cobertura improvisada de un viejo tanque destrozado que divise a unos escasos metros.

Una vez detrás de ese pedazo de hojalata uno de los soldados me miró.
—Señor, tenemos los nazis encima, ¿Qué hacemos ahora?. —dijo mientras exhalaba exageradamente al igual que los dos hombres a su lado. Me asomé por una rajadura del tanque y vi una trinchera abandona que justo nos posicinaria detrás de los tanques nazis luego mire la placa en su pecho con dificultad por el humo del fuego que rodeaba todo el campamento y leí H.Tancredi.
—Tancredi ¿aún le quedan granadas de palo? —Si señor. —respondió mientras la sacaba de su cinturón. —Bien, quiero que la lancé lo más lejos que pueda justo a mi señal. —le dije a lo cual Tancredi asintió. —Ustedes dos, justo a mi señal quiero que cubran a Tancredi. Luego saldremos hacia esa trinchera. —Si, señor. —respondieron con optimismo.

Ahora sólo tenía que encontrar el momento perfecto, volví a asomarme por la rajadura del tanque y al parecer seguíamos ocultos de los nazis pero sabía que cuando Tancredi se ponga de pie no podíamos tener margen de error.
Cerre los ojos por un par de segundos y suspire.
—Acabemos con esos tanques nazis. —les dije con toda la calma del mundo y entonces me levanté junto a los dos hombres y disparamos con nuestros fusiles alrededor de 6 balas, aún recuerdo como acerté un par de balas y entonces la granada de Tancredi salió volando cayendo justo al lado de una tropa nazi haciéndolos añicos.

—YA, CORRAN CORRAN!! —les dije mientras salí de la cobertura y me dirigí a la trinchera en medio del humo, las balas y el calor abrasador del fuego. A pocos metros de la trinchera el estruendo de la granada estaba acabando, entonces salte esos pocos metros que faltaba sin pensarlo como si mágicamente fuera a caer en un colchón pero obviamente fue todo lo contrario, caí sobre mi hombro derecho y me lastime un poco la cabeza con algunos casquillos de una guerra pasada.

Segundos después cayó a mi lado Tancredi con uno de los hombres pero sólo eso... nuestra pequeña victoria se vio opacada por la pérdida de un hombre del cuál no sabía ni su nombre pero que nos permitió estar un paso más cerca de la victoria. «Sin conocerlo supe lo valiente que fue» pensé, sería un bonito epitafio. Me levanté y me quite un poco la tierra sobre mi cara, Tancredi y el otro hombre hicieron lo mismo. Sólo nos miramos a los ojos y sin palabras asentí a ellos como dando a entender que lo sentía pero debiamos continuar.

—Tenemos vía libre, recargen y acabemos está mierda de una vez. —dije mientras recargaba y avanzaba por la trinchera.
Finalmente estábamos detrás de los tres tanques y unos cuantos soldados nazis que disparaban directo a la trinchera donde estaba el coronel Hunter. Era increíble como los tanques les pasaban por encima de  algunos soldados aliados y otros eran rematados por los nazis como si fueran ganado. Mientras observaba el horror de la guerra idee un plan.

—Bien, tomen sus cuchillos los tomaremos por la espalda sigilosamente y luego cada uno se encargara de un tanque con una granada. —les susurre mientras permaneciamos ocultos en la trinchera y comprobabamos que todos tuviéramos una granada. —Antes de salir ¿cuál es su nombre soldado? —le pregunté al hombre junto a Tancredi ya que su placa estaba rota, como si saber su nombre me diera alguna clase de alivio. —Smith, señor. — Es un honor luchar con ustedes. —les dije tras un pequeña pausa —Gloria a Canada y muerte a los nazis. —dije en un grito de guerra apagado. Y juntos salimos de esa trinchera...

LA COALICIÓNWhere stories live. Discover now