Capítulo | 8 |

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—¡Maldición! ¡Abre la jodida puerta!

Llevaba tocando durante largos y tediosos minutos la puerta, la cuál, nadie se dignaba a abrir. Suspiré con resignación colocando mi mano en la perilla cerrando los ojos, el ligero 'Crack' sonó dándome a entender que había abierto la puerta, me crucé de brazos observando a Devan sentando tranquilamente en el sofá individual leyendo un libro como si nunca hubiera escuchado que estuviera tocando la puerta como loca.

—Pensé que si no abría te irías. —Comentó con descaro, alzando sus ojos hacia mi.

—Eres tan... olvídalo. Necesito ayuda, por favor.

Alzó una ceja curioso, dejó el libro de lado y se cruzó de piernas mirándome detenidamente como si fuera un tipo de mercancía que tenía que obtener su registro de calidad, rió.

—Si estás diciendo por favor, entonces me pregunto en que lío te has metido pequeña princesita.

—No estoy para bromas, es urgente.

—Está bien, vamos, estoy curioso de ver que has hecho.

Se levantó y se colocó justo frente a mi, extendió su mano hacia mi y fruncí el ceño hacia él, rió nuevamente.

—No viajaré en taxi otra vez, no es como si agarrara tu mano para ir a dar un paseo.

—Ya, entiendo.

Tomé su mano algo renuente a la idea pero después cerré los ojos, concentrándome a donde quería ir. Los abrí soltando su mano rápidamente, Devan miraba su alrededor con curiosidad pero alarmado, como si esperara que algo malo pasara para desaparecer sin decir adiós.

—Así que es aquí donde te escondías.

—No te traje para que criticaras mi apartamento.

Saqué la lleve de mi bolsillo y abrí la puerta con cuidado, me hice a un lado para que entrara y así lo hizo. Soltó un chiflido dramático haciéndome rodar los ojos. Cerré la puerta girándome observando mi sala, o la que debería ser mi sala de estar. Shirley se encontraba sentado en una silla en medio de la habitación con solo sus pantalones cubriéndolo, había quitado su camiseta con mucho cuidado para no hacer más daño del que la flecha que se encontraba clavada en su hombro derecho ya estaba haciendo.

Sonrió hacia mi, una sonrisa que representaba mucho cansancio y dolor. Hice una mueca al verlo todo sudoroso, con un hombro que chorreaba sangre, tal vez no mucha, pero la suficiente para mantenerlo débil y apunto de decaer. Devan se giró hacia mi pasando una mano por mi rostro sonriendo arrogante, era un desgraciado cuando quería.

—¿Me has traído para sacar una simple flecha? Sabes que puedes sacarla tú ¿Verdad?

—Lo intenté, no pude. No es una flecha normal, échale un ojo.

Rodó los ojos acercándose y evaluando a Shirley, le dio un golpecito en el hombro y éste se quejó haciendo que Devan riera. Cuando sus dedos trataron de envolver la flecha para sacarla soltó un gritito ahogado sacudiéndola en el aire mientras se quejaba en voz baja, se giró hacia mi.

—Plata bendita —Murmura golpeando nuevamente el hombro de Shirley—, parece que ya saben que existes.

—¿Crees poder sacarla?

—De que puedo sacarla puedo sacarla, es sólo que soy un poco tímido con tantos ojos viéndome.

Abrí los ojos con sorpresa ante su insinuante comentario.

—Sucio.

—La sucia eres tú, yo no he dicho nada malo.

—Fingiré que te creo.

Princesa Híbrida© | #1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora