Capítulo | 4 |

1K 102 0
                                    

—¡Hola, Gracell! ¿No es una agradable coincidencia?

—¿Me estabas siguiendo?

—Tal vez... —Entrecierro mis ojos—. Bien, bien, te estaba siguiendo. Lo siento ¿Vale?

Niego con la cabeza ignorándolo, miro con mucho detenimiento el trozo de papel en mis manos, suspiro frustrada.

—Debí salir más...

—¿Qué es eso...?

Sin previo aviso arrebata el trozo de papel de mis manos, abro la boca con asombro mientras se aleja a unos pocos pasos de mí, quiero golpearlo. Lo evalúa y después sonríe hacia mi, sus ojos cafés claros se iluminan con el reflejo del sol detrás de él y por un momento olvido que tiene la única pista de la persona que podría ayudarme.

—¡Devuélvelo! ¡No sabes lo importante que es lo que está escrito ahí! ¡Mi vida depende de ese papel!

Ríe, apretando el papel en sus manos.

—Para tu buena suerte sé donde queda ésta dirección.

—¡Genial! ¿Me dirías y luego te esfumarías?

—¡Ja! —Sonríe—, no. Yo te llevaré ¡Vamos! Será divertido.

—Ni lo sueñes.

—Bien —Se acerca y cuando por un momento pienso que me dará de nuevo mi pedazo de papel, lo rompe. Realmente lo rompe en pequeños pedacitos que ahora están esparcidos por el suelo, suelto un gritito ahogado—, ups. Creo que soy tu única opción ahora.

—¡Eres un maldito! ¡Puedo morir si no lo encuentro pronto!

—Dramática. ¿Y que dices? ¿Vamos?

—Prefiero morir.

[=]

Miro por la ventana del taxi las enormes calles de California. Personas con disfraces ya que hoy se celebra el Halloween y parece que a los humanos les encanta disfrazarse de criaturas sobrenaturales cuando ni siquiera saben como lucen en realidad. Suspiro con enfado, tuve que aceptar venir con este estúpido porque no tenía otra opción, si activaba mi poder para leer su mente me expondría demasiado.

Así que ahora me encontraba viajando a lado de éste humano en un taxi para quién sabe donde, miré nuevamente por la ventana observando a los niños hacer berrinche en las calles mientras sus padres los hacían callar con palabras dulces, aunque otros mejor optaban por ignorar lo que sus hijos hacían.

No puedo decir que no extraño mi hogar, independientemente de todos los lujos, coronas y estúpidos y estorbosos vestidos tenía una buena vida. Tal vez parecía que entre mamá y yo no había química y que a cada momento parecíamos apunto de iniciar la tercer guerra mundial, pero aún así la extrañaba.

Tenía amigos, tenía a mi tía que parecía entenderme más que cualquiera en esa enorme, solitaria y oscura casa. Pero, principalmente, extrañaba a mi hermano, extrañaba sus abrazos, sus consejos, solté un bufido.

Una mano pasó muy cerca de mi rostro sacándome de mis pensamientos, alejé su manos de un manotazo mientras volvía a la triste realidad de mi vida, completamente sola. Bajé del taxi dejando suspendida la mano que Shirley me había ofrecido, rió ante lo que había hecho.

—Creo que te dieron una dirección falsa, está casa... —Se reclinó sobre la reja enfocando su vista por sobre toda la basura— ¿Eso es una rata muerta? Que asco.

—No me darían una dirección falsa. —Murmuré por lo bajo, no creo que Terry me hubiera dado una dirección falsa, no después de lo había hecho.

Princesa Híbrida© | #1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora