11: Consecuencias

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»niall«


Jamás en mi vida había sido un desastre tan grande como esa mañana de sábado, me encontraba espantoso.

El día anterior, después de que los chicos se retiraran – no sin antes cenar en casa, por supuesto –, salí a correr para deshacerme un poco de la furia contenida. Había leído con anterioridad en un sitio que eso servía para liberar la tensión y decidí intentarlo. Recordé el tiempo en que Valerie me había caído bien y me estremecí. Tal vez ella era soportable a ratos, pero generalmente no era fastidiosa como lo había estado siendo las últimas semanas. Nunca imaginé que ella haría alguna vez todo lo que hizo, pero claro, no la conocía del todo. Jamás llegas a terminar de conocer a las personas.

Cuando regresé de correr, yo estaba todo sudoroso y cansado como nunca. Mamá me miró inquisitivamente, pero gracias al cielo no hizo preguntas molestas. Tal vez mi cara le demostró todos mis pensamientos y notó que no era correcto preguntar en esos momentos. Pero sabía que tarde o temprano llegaría a preguntar y hasta exigir la razón de tal arrebato.

Más de la mitad de la noche la pasé mirando el techo, aun cuando todo estaba completamente en silencio, mi mente no dejaba de pensar. Tal vez estaba siendo demasiado dramático, tal vez le estaba prestando demasiada importancia a una niñería, pero no dejaba de pensar en las consecuencias que traería lo que Valerie le dijo prácticamente a todo el mundo.

No estaba siendo dramático, solo estaba siendo estúpido.

Yo no era de los que le tomaban importancia a las cosas que las personas dijeran o pensaran de mí, mucho menos si eran mentiras.

Dormí tan poco tiempo que me parecieron solo unos cuantos minutos. Desperté porque ya no pude conciliar el sueño por más tiempo. Era temprano por la mañana, mamá hacía demasiado ruido en la cocina y Theo no dejaba de llorar. Mi casa era un caos por las mañanas sin importar el día que fuera.

Me acosté de lado, mirando hacia la puerta, como si esperara a que cualquier momento alguien llegaría a irrumpir en mi habitación para despertarme. Pero eso no ocurría los sábados.

De reojo, miré mi teléfono en el buró y lo tomé sin pensarlo dos veces. Tal vez jugar un poco me sacaría de ese estado tan extraño que no sabía cómo describir, no me había sucedido nunca nada igual. Era una mezcla de tantos sentimientos que creía que no podían sentirse al mismo tiempo.

Desbloqueé la pantalla y una pequeña sonrisa apareció en mi rostro cuando vi el fondo de pantalla que había configurado Harry el otro día; un gato con una cara extraña que parecía estar preparado para la foto. Abrí el menú y ninguno de los juegos o aplicaciones que aparecieron en mi vista logró llamar verdaderamente mi atención.

El icono con mis contactos fue el que lo hizo.

Ese pequeño y malvado icono que podía ser la perdición en los malos momentos. En los que no eres consciente de lo que haces hasta que sucede.

Recordé que había registrado inmediatamente el número de Diane antes de que se me perdiera el pequeño papelito en donde lo tenía escrito el día anterior, di un toque sobre el nombre de ella para abrir el contacto con las opciones de llamada y mensaje. Resultaba tan tentador llamarla, deseé escuchar su voz como nunca antes había deseado escuchar a alguien, pero a la vez me sentí como un acosador. Eran las siete y media de la mañana, probablemente aún estaba durmiendo. Sin embargo, seguía considerando la idea de mandarle un mensaje.

¿Qué más daba si estaba dormida? Ella podía bien tener el sueño pesado.

Rogué por qué así fuera.

To Niall, with love || niall horanOù les histoires vivent. Découvrez maintenant