Capítulo 15

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Hinata observaba a Kageyama de soslayo, o más bien, su mano.

Desde hace tiempo que besarse, abrazarse o demostrarse el cariño habitual era algo realmente incómodo. No porque no les gustara, porque les encantaba. Más era que les avergonzaba, porque obviamente sentían bastante más que una amistad el uno por el otro.

El azabache notó los ojos de su amigo en sus manos, por lo que la tomó, regalándole una sonrisa a pesar de estar un poco sonrojado.

Hinata también lo estaba, aunque creyó que no había nada más tierno y lindo que Kageyama con sus pómulos rosados.

Entrelazaron sus dedos.

Nunca lo hacían.

Pero allí estaban, sintiendo sus dedos un poco temblorosos, enredados.

Les encantaba esa sensación.

Más allá de la falsedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora