Capítulo 11

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Ambos detectaron a una fujoshi compulsiva.

Eran las peores. Al menos para ellos.

Aquella fémina los había atrapado riendo y los shippeó en seguida.

Les comenzó a tomar fotos, no era nada disimulada, pero era bueno. Las fujoshos compulsivas solían ser demasiado sigilosas, pero al par le convenía que fuera algo torpe para espiarlos.

—Ya te vimos—murmuró hastiado el de cabellos oscuros, viendo en dirección a la chica.

Ella hizo un puchero.

—Podemos abrazarnos y te daremos la oportunida de que nos tomes fotografías—propuso Hinata sonriendo.

Aquella chica soltó un grito emocionado, asintiendo con la cabeza.

Los dos se abrazaron con ternura, mientras Hinata se escondía en el cuello de su amigo, y la chica fangirleando capturaba el momento con su cámara, celular y tablet.

—¿Se besarían?

Ambos sonrojados, se miraron.

—Somos... Mejores amigos.

La chica hizo un puchero.

—Apuesto a que no se atreven a besarse.

A pesar de ser fujoshi, y de shippearlos porque eran dos hombres, ella podía notar que se veían con cariño, amor.

Todos podían percibir el aura romántica que desprendían ambos.

—¡Sí nos atrevemo! —exclamó enojado el de cabellos naranjas.

—¿¡Khé!?

—¡Kageyama, bésame! —pidió con la determinación pintada en su rostro, al igual que el rojo en sus mejillas.

El azabache también se sonrojó levemente.

—Pero...

—¡Solo hazlo, idiota!

Kageyama frunció el ceño, pero depositó un suave beso en los labios de su amigo, que pedían con un pico que los poseyera.

Miles de fotos pudieron haber sido guardadas, pero la chica, en el piso yacía, con un hilo de sangre recorriendo su rostro desde su nariz.

Más allá de la falsedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora