Deseos

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Ella lo adoraba, todos los días imaginaba el cómo sería estar a su lado, oler su perfume y besar sus labios, escuchar su risa invadir su corazón de alegría...ella deseaba ser la indicada, la que más amaba...aunque por dentro sabía que eso jamás ocurriría, y se le partía el alma de solo pensarlo, ¿cuánto tiempo más tenía que esperar para que él lo notara? ¿Para que él notara lo que ella sentía? ¿Cuándo tendría el valor de demostrar que ella quería ser, su todo?...nunca, pues era demasiado tímida como para siquiera sostenerle la mirada sin que enrojeciera vergonzosamente. Yacía tirada en su cama, la oscuridad inundaba la habitación, y los vestigios de su dolorosa soledad eran lo único que denotaba su demacrada apariencia, nunca la amaría, eso estaba claro, no ahora, no mañana, tal vez nunca...ella no era el tipo de chicas que le gustaban, eso era obvio, entonces su tráquea sufrió un espasmo, eso que llaman nudo en la garganta, quería llorar, como ya lo había hecho; noche tras noche, en silencio y día tras día internamente, amaba hablar con él, sus tonterías la hacían estallar en carcajadas, lo adoraba sin importar cuántas veces él dijera que era desagradable o feo, para ella, era el ser más bello que había pisado la tierra; se lo pasaban bien juntos, no había duda, pero nunca quiso buscar algo más, y una lágrima recorrió su mejilla muriendo en sus labios que se abrían para emitir un sollozo, recordando aquella vez que intentó besarle, tan cerca y tan lejos a la vez, sólo en sus sueños lo había logrado era un momento mágico y sin precedentes, adoraba imaginarlo diciéndole "yo también te amo"; otra lágrima rodó y se ahogó en su almohada, anhelaba tanto esas palabras, deseaba ver esos hermosos labios pronunciarlas, nunca lo haría, no la quería...otra lágrima rodó y esta saltó por encima de su nariz, se había recostado, abrazando sus rodillas se lamentaba el no ser como él las prefería, ¿qué más podía darle? Procuraba ser divertida, ser linda, incluso ser sexy...nada, nada funcionaba, ¿qué quería? No podía ser perfecta, no era perfecta, sin embargo lo intentaba, varias veces se dijo a sí misma "olvídalo, no te quiere y nunca lo hará, déjalo ya por la paz" pero toda esa decisión cambiaba cada que él le hablaba, no podía, era como los drogadictos, quienes están conscientes de los daños que se están causando pero no lo dejan porque les gusta, porque se han vuelto dependientes de ello; cada que él le sonreía era una puñalada más en su pecho, su subconsciente pedía a gritos recapacitara, se estaba dañando a sí misma, pero algo más dentro de su mente, le decía que no lo dejara, no importara cuántas veces le llorara o se sintiera impotente por no abrazarlo, y prefería seguir esa voz que la llevaba por un sendero maldito hacia su propia destrucción, así lo quería, así le gustaba, aunque después llorara desconsolada en su habitación, pobre ilusa, le decía una tercera voz en su cabeza, pobre tonta rogando por las migajas de ese hombre, una idiota que se ilusiona con su sonrisa y sus palabras halagadoras, para que después esté llorando, como ahora lo hace, en la soledad de su habitación; y entonces rompió en llanto, no podía negarlo más, era cierto, era una tonta quien se hacía falsas ilusiones, ya se había engañado demasiado tiempo, demasiado tiempo negando lo obvio, maldecía, se maldecía a sí misma por haberse fijado en él, lo maldecía, maldecía su existencia...pero a la vez agradecía por ella...

Era ya la medianoche, sus ojos, cansados de llorar se habían resecado e hinchado, despertó desorientada, ¿cuánto tiempo había llorado para terminar así?, miró el reloj y se levantó a tomar un poco de agua, salió al balcón de su habitación, la brisa soplaba levemente fría; entonces alguien llamó a la puerta, ¿quién podría ser a esta hora? Indecisa de abrir esperó, el llamado se volvió insistente, cada vez más, y su corazón se aceleró, entonces caminó a la puerta y abrió...enmudeció por completo, más de lo que ya estaba, no lo creía, era él, la razón de su tormento y su alegría, ahí parado "...¿q-qué haces aquí?, es muy tarde y..." no completó la frase, pues él la silenció con un beso, uno apasionado y cargado de sentimientos, podía sentirlo fluyendo entre ellos, y paró tomando su rostro en las manos "...perdóname por no notarlo antes, y por haberte hecho llorar" dijo con la mirada fija en ella...quien no articulaba palabra alguna, pues no se lo creía, y él sólo la abrazó "no tienes que decirme nada, tu mirada lo ha dicho todo".

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