– ¿Sabes Moéh?, Creo que falta música en este bar–

Rápidamente, Nikolai saca el revólver del hombre que estaba en su canana derecha y le dispara dos veces en el pecho, los tiros fueron directos al corazón, una bala al lado de la otra, Nikolai levantó el arma, abrió el cilindro y cayeron los dos casquillos humeantes del revólver, y el hombre quedo sentado en la barra cabeza gacha y su mano estática con el cuchillo fuertemente clavado en la madera de la barra.

–Creo que deberías comprar un piano, y contratar un buen pianista– dijo mientras cerraba el cilindro y estudiaba el revolver Hok que quitó la vida de su dueño.

Moéh, al otro lado de la barra, dijo:

–Creo que tienes razón, últimamente no hay mucha alegría en este bar, debe ser por eso que tengo pocos visitantes...– Dijo mientras soltaba el cuchillo de empuñadura negra en la mano del hombre y retiraba el vaso sucio y ensangrentado de la barra.

Nikolai armó las últimas piezas de su revólver, la enfundó y dijo:

–Veamos si este tipo era el correcto– tomo el pergamino, lo abrió, y se lo paso a Moéh. Tiró el sucio pelo del hombre tosco para poder levantar su cabeza y observó su feo rostro.

–Sí... Creo que es él. No hay duda– lo soltó y lo dejó allí sentado sin vida.

–Yo no tenía duda hijo, lo reconocí cuando entró por mi puerta– dijo mientras lavaba el vaso con abundante agua.

–El famoso Oso Jonco Gatillo Dorado, quien lo iba a decir, nunca limpió sus asquerosas armas, el segundo tiro no fue limpio por su mal estado, las dos balas debieron ser en el mismo agujero. Se irá a la basura–

La gente continúo sus conversaciones, y el bar nuevamente tomó su ambiente normal.

–Es el quinto esta semana, se podría decir que tenemos suerte...– Dijo Moéh cuando volvió a secar el vaso de vidrio hermoso con su paño blanco.

– Si, los bares son trampas ideales para estos tipos, resultó una buena idea, aunque creo que tienes que cambiar las algunas tablas de las paredes, Moéh– dijo mirando las murallas del bar, que tenían un centenar de marcas de balas de anteriores altercados ya sea propios, o de los mismos clientes.

– Sí, no hay duda, hay que mantener el lugar fuera de sospechas para los otros bandidos– dijo elegantemente, y volvió a mirar el pergamino, estaba dibujado con suaves líneas de lápiz Kharbón el rostro de un hombre con cara tosca y fea con un bigote negro, y un poco mas abajo salía el nombre, con unas letras enormes que decían:

SE BUSCA

Oso Jonco Gatillo Dorado

ENTREGAR VIVO O MUERTO

Recompensa: 10.000 Gadenos

Moéh, el cantinero era un viejo calvo, que atendía todos los días su bar, ya que era su fuente de trabajo y sustento de vida, su negocio llevaba tantos años de funcionamiento que ya no recordaba cuando la fundó, pero si recordaba algo, la abrió con su amada esposa Auriel, que murió hace veinte años cuando le llego una bala perdida de una pelea en el bar en los tiempos de la guerra de los elementos, tiempos peligrosos, y difíciles. "Así es la vida" se decía siempre, el continuó con el negocio unos meses más, acarreando la triste pérdida, hasta que un día no aguantó más esa pesada carga de tristeza, y fue a las costas de los Gurenái, que era un acantilado que daba al mar, más allá cruzando el desierto, para al fin acabar su vida y reunir su ánima junto a la de su amada, y cuando llegó al abandonado acantilado cuando ya estaba oscureciéndose con el sol en el horizonte, se encontró con un enorme barco en llamas encallado en la costa sur y el cielo rojo por el atardecer del mar. Moéh tomo la pistola que tenía la única bala para suicidarse, y bajó por el acantilado hasta llegar a la costa donde se encontraba la nave destruida.

Crónicas de Gaia: Libro PrimeroWhere stories live. Discover now