Prólogo

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Dedicado a TishFics, porque siempre creíste en mi.

Descanse en paz.

Al dispersarse las nubes, la luz de la tarde abría paso entre las colosales edificaciones de aquella ciudad, revelándola totalmente destruida; torres colisionadas, así como humo de algunos incendios provocados por vehículos aparcados; una chica de cabello rosa yacía impactada a un camión de carga, poco a poco el brillo que desprendía se apagaba.

Por favor, dame fuerzas, necesito protegerlos...

Cerró fuertemente sus ojos, sus ropas estaban gastadas y quemadas al igual que su cuerpo;por otro lado una joven de morado con esfuerzos, se arrastraba lentamente hacia una pequeña criatura blanca e inconsciente junto a un cetro, apretaba la mandíbula en un débil esfuerzo por obtener fuerzas para alcanzarlos, unos segundos después una figura de colores violeta y negro se acercó a ella, se agachó e inclinó para tomar su mentón. —Oh Janna... Te ves más hermosa cuando estás enojada...— después le dió un pequeño beso en sus labios. Frío, fue lo único que pudo notar la joven ante el contacto, no tenía fuerzas para defenderse, la figura la soltó, la chica cayó al suelo, el extraño ser tomó el cetro y lo rompió —¿Esto era tuyo? Lo siento— dijo con falsa preocupación, su voz distorsionada lo hacia escuchar aún más asqueante para la chica. Él se levantó y pisó con orgullo a aquella criatura que yacía en el suelo. —¡Ups! Creo que debí... ¡Fijarme!— empezó a carcajear mientras ella lo miró con odio junto a unas lágrimas amargas, la figura paró de reír y le apuntó con su arco.

—Hoy dejarán de brillar...

Una pequeña de coletas y brillo azul con esfuerzos trataba de liberarse de unas cadenas moradas que emitían energía oscura, las cuales la mantenían aprisionada a un poste, una figura extraña a lado de ella reía mientras que jalaba a una chica de coletas rojas con más cadenas corruptas.

—¡Estúpido agujero! ¡Devuélveme a Kuro y a Shiro!— exclamó la chica de rojo, aquel sujeto estrujó más su puño provocando que las cadenas le dañaran, ella gritó de dolor.

—¡Tsk!— La chica de azul lo miraba con desprecio e impotencia.

¡Si tan sólo tuviera mi martillo! Debimos de pedir ayuda... Lo siento estrella Prima...

A lo lejos dos figuras algo pequeñas proyectaban sus sombras, una yacía medio parada al raz del suelo, apoyándose de una vara, mientras que la otra estaba situada en una especie de bloque verde elevándolo. Ambas miradas intensas chocaban en búsqueda de una acción del otro, ella, igual que las otras, llevaba un uniforme pero de colores verdes, mientras que él llevaba una capa azul.

—¿Por qué...? ¡Prometiste ser siempre mi amigo! ¿Por qué... Me mentiste?—Ella arrastró la voz agudandola al compás del dolor, su cabeza era un remolino de sentimientos, empezaron a salir lágrimas de sus ojos; él empezó a sentir compasión, quería detener todo lo que estaba haciendo para abrazarle y ya no verla llorar, todos esos meses a lado de ella lo habían hecho blando, agitó la cabeza tratando de sacar esos repugnantes sentimientos y tomó con fuerza su cetro. —Oh... Lo siento Lulu, pero prometí... ¡Que nadie se interpondrá en mi camino!— Alzó su cetro cargando algo de energía, la ojiverde con una mano trataba de secar sus lágrimas.

—Tú no eres Veigar... ¡Tú, estás loco!— Le señaló.

El sujeto detuvo lo que estaba haciendo, de alguna manera eso lo ofendió y del enojo lanzó un hechizo menor, este rió al verla temblar, mientras que ella trató de esquivar su ataque.

—No estoy loco, soy sadista— dictó a la par de sus manos, volvió a carcajear alzando sus manos en signo de arrogancia.

La chica bajó la mirada, esperaba que Pix cumpliera su misión, sólo tenía que hacer tiempo.

—¿Sadista?— cuestionó.

—Me pude haber ahorrado esta destrucción y simplemente hubiera ordenado que las absorbieran, pero nada mejor que ver caer a las guardinuchas de este planeta.

La pequeña siguió con la mirada en el suelo.

—No te sientas mal Lulu, ahora todos los habitantes de tu planeta no me verán por encima del hombro, ahora... serán mis súbditos y después... ¡Todo el universo! Y yo, Veigar ¡Seré el jefe... Supremo!— mofaba maliciosamente, Lulu estaba sin habla, aquel yordle que conoció alguna vez sólo fue una mentira, alguien quien tanto quería nunca existió, confió en él y estaba segura que ella no hizo nada malo.

—¡Hey enano! ¡Cuando me libere, te dispararé en toda tu jeta!— la chica de rojo exclamó. —Si no fuera por esos estúpidos agujeros ¡ya te abríamos hecho pedazos!— las cadenas volvieron a oscurecerse, provocándole dolor. —¡Por tu culpa no le darán el puesto de líder a Lux!—

—¿Aún piensas que todo esto es mi culpa?— dijo Veigar con falsa indignación. —Pues adivina quién me ayudó — y miró a la pequeña con una sonrisa, la chica de rojo miró con estupefacción a la de verde, la sorpresiva cara cambió a una de enfado en un santiamén.

—¡¿Es en serio?! ¡Lulu! ¡Que te parta un rayo! ¡Janna sabía perfectamente que eras una mocosa muy ingenua para ser una guardiana! ¡Jamás debimos de confiarte tu fragmento de estrella!

—Cállate Jinx— mandó Poppy.

—¡Oh! ¡Cállense todos! ¡Ha hablado la otra mocosa! ¡La mocosa tiene un plan! ¡Ahora Poppy salvará el día! ¡No te preocupes Lulu! ¡Ella nos salvará!— mofó sarcásticamente.

—¡Chispa final!

De repente una luz cegó a todos y se cubrieron la cara, exceptuando por aquellas figuras moradas y negras, quienes inconscientemente iban hacia la luz para devorarla, liberando así a Poppy y a Jinx.

Cuando Veigar miró nuevamente, la chica de morado con su cetro estaba en medio de las guardianas destelleando un brillo verdoso, poco a poco las guardianas iban sanando las heridas que tenían alrededor de todo su cuerpo, aún así sus ropas seguían desgastadas.

—¿¡Qué?! ¡¿Qué está pasando aquí?!

—Es hora de que te detengamos. En nombre de la estrella prima y del bien ¡Serás derrotado por las Guardianas Estelares!— Todas se pusieron en posición de ataque. Pensaban que aquel sujeto les daría lucha, en cambio sonó la ya acostumbrada carcajada, tecleó unas veces su guante y se abrió un portal, las figuras moradas por medio de mini-portales se trasladaron a lado de Veigar, de aquel portal salieron otras dos figuras moradas y negras que también se pusieron a los costados, una que pareciera que tenía una falda y un hoyo negro para manipular como el sujeto de las cadenas y otro que tenía largos brazos y estaba algo encorvado.

—Todavía no traigo a todos mis amiguitos— señaló Veigar con sus manos, de aquel portal salieron criaturas extrañas de morado que emanaban una luz verde fosforescente.

—¡Vamos chicas!— animó la de morado, alzando su cetro y activando un escudo para todas.

—Gracias Janna, si necesitaba curarme un poco— habló la chica de azul a la de morado. —De nada Poppy, ten— la muchacha le daba un martillo de azul y blanco con una estrella en el centro. —¡Genial! ¡Lo encontraste! Te lo agradezco— Poppy desenfundó una placa empuñando su martillo.

—Lux... — Lulu jaló de la falda de la muchacha de rosado —¿Qué pasa pequeña?— dijo volteandose a verla. —Lo siento... Yo no sabia— empezó a llorar de nuevo. —Vamos... Ahora debemos de ocuparnos de esto— dijo mientras señalaba hacia Poppy y Janna, estas se ocupaban de las primera criaturas que iban hacia ellas.

—¿Y yo que hago?— decía molesta y con los brazos cruzados la muchacha de rojo —Empieza por transformar a Kuro y a Shiro— Lux señaló a unas criaturas, dos blancas y una negra.

—¡Pix! ¡Te dije que fueras por ayuda! ¡No que las rescataras!— dijo abrazándo a su compañera.

—¡Es hora de echar mucha chispa!— emocionada disparaba Jinx con su pistola, mientras una de las criaturas flotaba a lado ella.

—¡Por la estrella prima!— dijeron todas al unísono.

La misma y opuesta miradaOnde histórias criam vida. Descubra agora