Academia Sheriffvan: Elementos | #1 [EDITANDO]

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"El destino no es una casualidad, es cuestión de elección.
No es algo que se espera, es algo que se debe lograr".

La última clase de Elaine había llegado a su fin, por ende, eso significaba que apenas terminara de guardar las cosas en su mochila debía ir a encontrarse con su hermano para hablar con el director Bireon. 

—¿Es algo malo? —preguntó a Dimitri, mientras caminaban al despacho del viejo.

—No, pero sí es importante —replicó. 

Habían caminado por todo el cuarto piso hasta llegar al final del último pasillo, donde había una simple pared con una pintura de un gran corcel blanco, de tamaño considerable, enmarcada en la pared. 

—Qué distinto se ve el director —ironizó Elaine. 

—Pff —rió—. Dracor —murmuró de forma clara. 

—¿Y eso? —preguntó sin entender el significado de esas palabras.

—Corazón de Dragón en latín —aclaró.

De repente y sin previo aviso, la pintura comenzó a moverse lentamente hacia la izquierda abriendo paso a un túnel significativamente iluminado y lujoso que llevaba hasta el final de una puerta. Una vez dentro de él, la pared volvió a unirse dejando a la pintura en el mismo lugar que los hermanos la habían encontrado. Desde el inicio hasta la puerta había una distancia de, más o menos, treinta pasos. Al llegar allí y quedar tras ella, Dimitri tocó tres veces. Tras unos segundos, se abrió lentamente  dejando a la vista un enorme y cálido lugar invadido de aroma a pipa y vainilla. Con muchos detalles en madera en el suelo y mueblería, los recibía un sofá de cuero acompañado de dos sillones individuales, acomodados sobre una alfombra y con una mesa ratona de por medio. Más adelante, una biblioteca que cubría toda la pared frontal, era el foco del lugar, gracias a la variedad de colores y texturas de libros que había. A la derecha, una escalera caracol los guiaba hasta un entre piso, donde detrás de una humarada, se encontraba el mismísimo Blastid Bireon, vestido con su usual esmoquin, apoyado sobre un bastón de madera negra, brilloso como el sol, adornado por una cabeza de dragón escocés dorado, contemplando el jardín de Sheriffvan mientras acariciaba su barba de forma reflexiva. 

—Al fin vinieron —sonrió al verlos— Tomen asiento —indicó las sillas detrás de su escritorio, mientras él también procedía a sentarse. 

—Un gusto estar aquí, director—habló Dimitri— Le presento a mi hermana menor, Elaine. 

El hombre giró el rostro hacia la chica y no pudo evitar sonreír con añoro al verla. A menor distancia, las arrugas y las cejas caídas se hacían más notorias, dejando en evidencia la avanzada edad del hechicero. Pero unos dientes blancos y perfectos iluminaban su rostro de tal manera, que parecía rejuvenecer luego de cada sonrisa.