Academia Sheriffvan: Elementos | #1 [EDITANDO]

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"Sé valiente en la búsqueda de loque enciende el fuego de tu alma".

Las dos semanas restantes antes de que Elaine tuviera que partir hacia ese misterioso mundo que durante tantas noches la había mantenido despierta, se habían pasado casi a la velocidad de la luz, siendo un frío cuatro de agosto, aunque soleado, el día que debía partir.

Se encontraba en su cuarto, empacando las últimas pertenencias en una valija que tenía abierta de par en par sobre la cama, cuando una voz familiar irrumpió en el lugar. 

—¿Ya tienes todo? —preguntó. 

—Casi —respondió sin mirarla.

—¿Elaine? —preguntó la mujer acerándose a ella—. ¿Estás bien?

—Mamá... —suspiró volteando a verla—. Ni siquiera sé hacia donde estoy yendo o que estoy haciendo...es todo tan nuevo para mí que, sinceramente, no sé como sentirme al respecto más que estar aterrada por lo que se avecina —explicó son sinceridad. 

—Son buenos los nuevos comienzos...

—Sí, pero como nuevo comienzo me imaginaba yendo a la universidad de mis sueños...no a un mundo mágico del cual jamás oí, y que solo creía que existía en las películas. En fin —suspiró—, supongo que debo acostumbrarme... —dijo sentándose en su cama, abatida. 

De inmediato, su madre se dirigió hacia ella y la envolvió entre sus brazos. Esos abrazos eran los favoritos de Elaine, ya que le aliviaban el mundo, haciéndole sentir que todo estaría bien tarde o temprano.

—¿Mamá? —preguntó—. ¿Por qué no se quedaron en...Sheriffvan? Dimitri trabaja allí, por ejemplo.

—Con tu padre creímos que lo mejor para ustedes sería criarlos en este mundo, para que así llevasen una vida más normal y eligieran en el futuro qué mundo les gustaba más para vivir y desarrollarse como adultos —explicó—. Además, era una forma de evitar ciertos...riesgos. 

—¿Qué tipo de riesgos? —inquirió. 

—No lo sé... —replicó dubitativa—. Solo queríamos, y queremos, lo mejor para ustedes. 

—¿Aún conservan sus poderes? —preguntó observándola a los ojos. 

Su madre rompió aquel abrazo con delicadeza y, con un movimiento rápido, elevó a unos metros la caja de musical de Elaine, que se encontraba sobre su mesa de luz, atrayéndola hasta ella y ubicándola sobre sus piernas. La muchacha la acarició con delicadeza, antes de abrirla y que aquella dulce melodía que tanto la tranquilizaba, comenzara a sonar.

—Estaré agradecida con el tío Sam por este regalo de por vida... —comentó con añoranza—. Ojalá pueda conocerlo algún día. Me regaló tres cosas sin las cuales hoy no podía vivir —rió con dulzura.