Dos.

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Caminé un rato por la ciudad, realmente estaba disfrutando estar fuera del orfanato. No es que no me gustara estar ahí, sino que quería conocer el mundo. Cuando recordé que me había salido sin permiso violando las reglas le pedí la hora a una señora, ¡era tardísimo! las madres se darían cuenta de que no estaba.

Me apresuré y cuando llegué por suerte nadie me vio entrar. Pero cuando entré a mi habitación estaban el señor Pepe y la madre superior.

- ¡vaya aquí estás ___! - dijo la madre superior.

- ¿lo ve madre? le dije que solo estaba jugando con Max en la parte trasera. -dijo el señor Pepe haciendo una seña como para que le siguiera la corriente

- sí, yo estaba jugando con el. ¿Dónde más podría estar?

- bueno, yo creí... olvidado, son tonterías. Anda, date una ducha que estas muy sucia. Señor Pepe, necesito que ponga el jardín muy bonito, el día de mañana viene una escuela a ver el museo del convento - dijo la madre y salió. El señor Pepe salió detrás de ella y al cerrar la puerta me guiñó el ojo.

Tomé una ducha larga, no podía parar de pensar en aquellos ojos azules. Que tontería. Me puse un vestido e hice mi rutina diaria. Lavé mi vestido y ropa interior. Subí a mi habitación y prendí la televisión, como siempre no había nada interesante, así que la apague y comencé a leer mi libro favorito por milésima vez. Escuché que tocaron la puerta.

- Pase

- Hola ____ - dijo la madre Teresa mientras entraba - necesito pedirte un favor.

- Si claro, dígame

- Bueno, como tu sabrás mañana viene la escuela Palm Brown a visitar el museo del convento y Abby se encarga de dar el tour. Acabo de recibir una llamada de el esposo de Abby y su cuñada va a tener a su bebé y necesitan salir del país, por lo cual no puede asistir mañana. Nadie conoce mejor este convento que tu, quería ver si nos puedes hacer el favor de cubrir a Abby mañana. Queremos que todo quede perfecto. Es una escuela muy importante. ¿Puedes hacer eso por nosotras? - tenía razón, conocía como la palma de mi mano todo el convento, además no tenía nada que hacer, ya que Abby era mi maestra también, no tendría clases.

- Sí, está bien, yo lo hago. Pero no tengo nada que ponerme decente, mis vestidos están rotos y percudidos.

- Ya he hablado de eso con la madre superior, y me ha dado permiso de ir a comprarte uno nuevo, con la condición de que tu no vayas, ya sabes las reglas. El vestido es algo así como tu recompensa por el trabajo de mañana. - me emocioné tanto. Jamás había tenido algo nuevo. Los únicos dos vestidos que tenía eran de la ropa que las personas regalaban como caridad al convento.

- GRACIAS - dije sonriendo.

Disconnected [l.h.]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz