Chapter ten.

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"—Me gusta pensar en que serás eterna."—dijo Reece.

"—¿A qué te refieres con eterna?."

"—Me refiero a que dures para siempre."

"—¿Qué es durar para siempre?."—preguntó Rachel.

Reece tomó su mano y siguió tomando su moca.

"—Un para siempre es como decir que tu vida vale un dólar. —comenzó.

«Un dólar es un billete de los que hay miles de millones de copias en el mundo, y más en los países que se usan los dólares, obviamente. Aquí aunque no se usen los dólares, puedo decir que los colecciono. Tengo cinco dólares en mi mesita de noche y los miro cada vez, aunque realmente no tengo una imagen reciente de ellos, si te soy sincero no recuerdo nada de lo que pasa últimamente, pero aún así, cómo decía, hay miles de billetes de un dólar, y tú hipotéticamente eres uno, ese billete de dólar pasará por muchas manos, tú conoces a miles de personas. Pero la diferencia es que un billete de un dólar cayó en mis manos y yo lo conservé en mi mesita de noche, y si tú fueras ese billete estarías todas las noches en mi habitación, y yo te verificaría todas las noches antes de dormir, por que simplemente me gustan los dólares, y eso es lindo, por que si tú fueras un dólar yo te coleccionaria, no importa por cuántas manos hubieras pasado.»

Cada palabra que articula Reece cada noche, cada maldita noche, a Rachel le entra como si su vida fuera estar en ese café todas las noches. Y quizás eso sea Rachel, quizás su vida sea Reece, quizás Rachel ni siquiera tenga una vida. Quizás sólo Rachel existe para Reece, pero él no lo sabe, y ella sí. Rachel es cruel con ella y con Reece, pero no puede evitarlo.

Rachel es tóxica, Rachel es una chica que debería desaparecer. Pero Reece la quiere, Reece quiere comer de su pintura amarilla, esa que brilla pero lo envenena. Es una manera de ser en él, una manera de lastimarse. Cuándo una persona no se perdona, se lastima tanto conscientemente que no conoce otro sentimiento que el dolor, y eso sucede con Reece Pheeps.

Él no conoce otro sentimiento que no sea sufrimiento, su vida se convirtió en algo tan tóxico, que involuntariamente para al masoquismo, y pasa a hacerse daño sin siquiera enterarse de qué está bien y qué está mal, sin saber segregar las cosas y pedirse a si mismo un poco de piedad, Reece no sabe lo que es tener piedad de su propio corazón, Reece no sabe que está sufriendo. Reece piensa que vive en una felicidad, cuando está viviendo una experiencia más de dolor, pero se está expresando de diferente manera.

La manera en la que Reece se está lastimando es nueva, y lo nuevo es algo desconocido, y al ser desconocido, Reece no tiene idea de cómo empezó, y de cómo terminará.

Es indescifrable entender completamente a una persona, pero Reece podría llevar más que la delantera, el joven no se entiende, y si él se desconoce, nadie más podría conocerlo realmente.

"—Reece, ¿Puedo preguntarte algo?."

"—Sí, aún soy virgen."—respondió involuntariamente.

"—No era eso, tonto."

"—Oh, pero sí soy virgen,"

Rachel rió.

"—¿De qué se trata tu pregunta, rubia?."

"—¿Cuántas cosas desaparecen sin siquiera haber tenido tiempo para verlas?."

Reece lo pensó un momento, no había entendido la pregunta de Rachel.

"—No sé a qué te refieres."

"—Las gotas de agua, por ejemplo. Son majestuosas, son bellísimas, nos dan vida. Y la mayoría del día se van por una cañería para ser filtradas y volver a ser usadas de diferente manera, pero tú no ves esas gotas de agua, y yo tampoco lo hago."

"—Sigo sin saber a qué te refieres."

"—¿Nunca te ha pasado que vas en un bus, o en el metro, y ves a una chica muy bella, en mi caso un chico, y deseas que el mundo se detenga para observar cada centímetro de ese chica, y preguntarte por qué sus caminos tendrán que separarse después de todo?."

"—Rachel, eso es ilegalmente cursi."

"—Cursi, pero no deja de ser cierto."

Y el muchacho lo pensó, y quizás sí tenía razón.

Sí le había pasado, observar a una chica menor que él que se dirigía a su escuela o quizás a practicar un deporte, y era tan majestuosa, deseó que todo parara para darse el tiempo de observar, Reece dio gracias a la vida por haberle dado dos ojos que pudieran observar.

Aveces el mundo deja de ser justo para algunas personas, les deja sin vista, el mayor beneficio del mundo según Reece Pheeps.

No necesitas dialogar si puedes observar, Reece ha hecho eso durante toda su vida, admirar y conocer a las personas por sus formas de mirar y hablar, sus formas de actuar y de desarrollarse ante al mundo, es desapercibidos cuándo conoces mejor a las personas. Cuándo conoces a alguien, sólo te da características positivas de él mismo, pero te das cuenta de sus defectos observando, Reece de verdad lamentó pensar en las personas ciegas, personas con un sentido menos, una persona con un beneficio menos.

Reece se dio cuenta de que Rachel lo hacía pensar, y eso hacía que Reece se conociera más, que supiera quién era en verdad día a día.

Y Reece Pheeps descubrió, pensando en él mismo, que existen personas malas en el mundo, pero él no era una de ellas.


toxic. » reece bibbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora