Chapter five.

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Quizás Reece hizo lo correcto. Quizás saludar a Rachel fue un movimiento correcto, y quizás la chica se sintió mejor. Ya que la noche siguiente, la chica volvía con el mismo ánimo al café, y Reece la recibió indiferente, pero con una pizca de interés por conocer a la chica, quizás ella se merece un poco de información sobre el joven, quizás él quisiera brindársela.

"—Hola, Reece."—saludó esa noche.

"—Hola Rachel."

"—¿Qué tal fue tu día?."

"—Tengo una pregunta, chica."

"—Okay."—rió, Reece no sonrió, y Rachel ya se había acostumbrado a eso, no conocía al muchacho, pero se notaba a kilómetros que no pasaba nada bueno con él—."Dímela."

"—¿Porqué siempre vienes al café de noche?."

La chica jugueteó con la diara servilleta, que Reece le preguntara algo así a ella, no era algo muy normal. Reece no solía hablar.

"—Es mi tiempo libre."—respondió—."Tal vez es un momento especial, dónde estás solo tú y yo en un lindo café."

Como siempre, al muchacho no le hizo gracia su respuesta.

"—Nunca te había visto por el pueblo."—soltó.

La chica farfulló.

"—No lo sé, quizás nunca quisiste verme."

"—Tú y tus quizás."

"— Lo sé, gracias."—respondió riendo.

Reece recordó haberle dicho eso algún día, con sarcasmo. Y le sorprendió lo arrogante que puede sonar, lo tóxico que puede llegar a ser. Rachel era agradable, pero a Reece le costaba demostrar su comodidad, él era demasiado reservado, y su estancia en el pueblo había sido muy distante desde el principio, comenzar a hablar con una chica por primera vez después de años realmente era difícil, no por desearla, si no por que las chicas siempre son complicadas, y como creo haber dicho antes, Reece odia las cosas difíciles.

Él no es más que un ser humano restringido. Es como tratar de romper una piedra, cuesta demasiado, la mayoría se rinde al intentarlo, pero el notaba en Rachel esa manera de querer romper esa capa de piedra, notaba perseverancia en que Reece pudiera hablarle, pero el chico no estaba dispuesto a hacerlo.

No después de haber sido acusado de una violación.

La chica después de tomar su café se dispuso a irse, esta vez sin esperar a Reece, parecía que estaba apresurada por salir de ahí.

"—Buenas noches Rach..."—comenzó.

Pero cuándo volteó, Rachel ya no estaba en el café. Reece se dirigió a la puerta del lugar para ver como la chica caminaba a su hogar, pero no había rastros de la muchacha, y tampoco de su peculiar carisma. El muchacho pensó en ella un momento. Cuándo Rachel entraba al café cada media noche, era como si miles de arcoiris entraran con ella, y cuándo se iba, sólo era más oscuridad, y las llaves del recinto en las manos de Reece para luego ir en su bolsillo con destino a su apartamento.

Tal vez a Reece le agrade Rachel, tal vez quiera conocerla. Pero para este chico era tan difícil descifrarse a sí mismo, era difícil entenderse, ya se había acostumbrado a la rutina de ser un ser humano despreciado y de trabajar. Ya es un día a día que Reece se dejó vivir, pero Rachel había llegado a su vida a enloquecer todo.

Realmente la primera chica que decidió leer las páginas del libro de la vida de Reece era como comer pintura negra, un color oscuro y profundo, de esos colores que casi nadie usa en una pintura que busca expresar alegría. Puede ser que Rachel era la segunda chica que quería abrir ese libro que se había vuelto viejo y feo, que quizás ella era pintura amarilla. De todas maneras las dos son venenosas y tóxicas. Pero el amarillo es una manera más válida de expresar felicidad. Quizás un poco de dolor no tenga secuelas en Reece. Quizás él necesite amor, pero él dudaba que fuera hoy o mañana, quizás fueran años de soledad, Reece ya estaba preparado para semejante tontería.

Semanas después de cada noche con Rachel, Reece descubrió un nuevo factor de su vida emocional. Una nueva faceta abierta exclusivamente por esa rubia chica, descubrió el insomnio. El insomnio había llegado esa noche y no pensaba en marcharse.

Reece pensaba en Rachel.

«Es una chica, es linda y se me hace tierno ver como juguetea con la servilleta cada día, es agradable ver como frunce el ceño cuándo ve lo poco que socializo con ella, es pequeña, se ve vulnerable

Los pensamientos de Reece durante las madrugadas con insomnio eran realmente estresantes, Rachel inspiraba felicidad en él, pero Reece era el chico que no recordaba como sonreír. Se sentía mal consigo mismo, sentía que era un muchacho inútil, que apenas podía controlar sus sentimientos, y si no era capaz de desarrollar eso, menos podría amar a alguien, y menos a alguien como Rachel, una chica que merecía amor del bueno, de ese amor que Reece no le podía dar.

Según Reece él no era suficiente para ella. Una de las eternas noches con la chica, Reece hizo algo que podía lograr en otras personas, pero que no recordaba haber hecho él.

Ese bello chico rubio sonrió con Rachel, y se sintió satisfecho de que haya sido con ella.

toxic. » reece bibbyOnde histórias criam vida. Descubra agora