Capítulo 28

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Clarke pensó que nunca volvería a sentirse de esa forma. La conexión que había tenido en su momento con Lexa cuando habían estado juntas en el pasado, nunca había logrado repetirla con nadie. Y es que dicen que eso solo se logra con el amor de tu vida, y estando allí, entre los brazos de la morena mientras esta caminaba a trompicones hacia la habitación y devoraba sus labios, supo que esa afirmación era totalmente cierta.

El sexo era fantástico, ella lo adoraba. Pero el sexo con amor... era un nivel al que siempre se debía aspirar, porque era jodidamente espectacular. Se aferró a su cuello y gimió cuando Lexa hizo una pausa colocando su espalda contra la pared, besando su cuello, llevando una de sus manos a través del costado de su cuerpo hasta abarcar uno de sus pechos, haciendo que Clarke jadeara y arqueara el cuerpo llena de satisfacción, en busca de más contacto.

Cogió el rostro de Lexa entre sus manos porque necesitaba mirarla. La morena detuvo sus arremetidas en el cuello de Clarke y alzó la vista conectando sus ojos verdes con los suyos. Y Clarke adoró lo que vio en ellos. Tenía miedo de que en algún momento Lexa cediera a ese temor ilógico que sabía que no iba a desaparecer de la noche a la mañana, y quizás, debía comentárselo, pero la forma en la que la miraba en ese preciso momento disipó cualquier miedo, porque Lexa Woods la miraba con el amor contendió de todos esos años. Y con el deseo suficiente para derretir su piel y todo su ser.

—Te amo—Susurró y la morena miró sus labios como un acto reflejo, besándola de forma intensa, como si esa fuese su respuesta, como si estuviera segura de que Clarke entendería el mensaje... y sí que lo hizo.

Lexa soltó un poco su agarre dejando que Clarke pusiera los pies en el suelo, pero lo cierto era que de igual forma se sentía como flotando, porque la lengua de Lexa estaba haciendo cosas extraordinarias en su boca y podía escucharla gemir sobre sus labios de puro gusto.

Sintió como las manos de Lexa cogían las suyas entrelazando sus dedos y colocándolas a cada lado de su cabeza con fuerza, contra la pared, sin dejar de besarla, sin dejar de hacer que todo su cuerpo entrara en combustión. Y es que joder, antes la morena le había confesado muchas cosas y le había dado besos que respaldaban todas sus palabras. Besos suaves y llenos de amor. Pero la verdad era que sus besos apasionados y llenos de fuego eran los que más les gustaban. Sobre todo cuando mordía su labio inferior como lo estaba haciendo en esos momentos y rozaba su cuerpo con el suyo, haciendo que quisiera más contacto porque de repente la ropa comenzaba sobrar.

—Necesito sentirte—Murmuró sin aliento mientras la morena seguía besándola sin ninguna tregua.

Lexa se apartó un poco, quizás porque también estaba comenzando a necesitar algo de oxígeno y Clarke aprovechó para quitar su camiseta. La morena se dejó hacer y Clarke la sintió estremecerse cuando dejó que la rubia acariciara sus costados, su vientre y finalmente sus pechos atrapados en un sujetador que odió por un momento.

Conectó sus ojos con los de Lexa y acarició la parte de arriba de sus pechos hasta que sus manos se deslizaron por su cuello, acariciándolo y acercando de nuevo a la morena para besarla con la misma desesperación y deseo contenido que antes.

La cogió por el borde de sus pantalones haciendo que la entrepierna de Lexa chocara contra su pierna, escuchándola gruñir satisfactoriamente y sonrió sobre sus labios.

—Yo también necesito sentirte—Le dijo Lexa y Clarke apenas se dio cuenta cuando había quitado su camiseta y ahora dejaba besos mojados en su cuello y en la parte de arriba de sus pechos.

Pero a diferencia de ella, Lexa no se contuvo solo allí, quitó con gran velocidad el sujetador y pronto notó como su boca y su lengua, hacían maravillas sobre las cimas rosadas de sus pechos. No pudo controlar los gemidos que comenzaron a salir de su garganta y clavó las uñas en sus hombros.

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