Piel

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El prototipo de rostro perfecto, como una máscara de látex, se sentía frío en sus manos, de por sí bastante ambientadas a una temperatura similar. De hecho, si era honesto con su propia piel, era un frío conocido, una ausencia de calor que ya había saboreado con la delicada membrana que cubría su cuerpo.

Y, sin embargo, siendo un prototipo de aquella piel... no era su piel.

Tomó con sus dedos temblorosos aquella calavera de yeso, que tenía curiosamente la misma forma de su cráneo. La gentil altivez de los pómulos que rara vez se tornaban rosados por alguien que no fuese él. Y la amplitud de la sabiduría de una frente que solía cubrirse con el plata de los cabellos que rara vez evitaban los suyos, cuando estaban cerca.

Pero, aunque tenía un peluquín a mano, y la máscara de látex...

...su corazón se estaba rompiendo al no poder tener cerca a su modelo.

Nunca habían sido comunicativos, nunca, al menos, al principio de todo. Y con el tiempo, habían logrado sincronizar sus silencios, para entenderse, y hablar con su piel. Con la externa, e interna, con aquella que se quemaba al sol, y con aquella que el otro hacía calcinarse con palabras de amor.

Porque sí, se amaban, y por eso se entendían.

A veces, sin hablar...

- No sé cuánto dure... pero solo allá pueden curarme, o al menos intentarlo... Y no quiero que me veas sufrir si todo se complica...

- ...entiendo... pero te odio por dejarme de lado...

- Yuuri...

- Yo –cerró los ojos un instante, y alzó la mirada, sonriendo- completaré la coreografía. Te lo juro. Y ganaré todas las medallas, para que cuando regreses, noso –su lengua se negó a hablar. Cerró los ojos de nuevo, al igual que los puños, y empezó a llorar.

- Yuuri –hizo el amago de acercar sus manos a él, pero se contuvo- ...yo te juro que si no lo logras, vendré a darte una nalgada...- en condiciones normales, Yuuri se habría quejado.

Pero no. No lo eran. Y el dueto que interpretaron en ese instante fue aun más lacerante que su Stammi viccino.

No me dejes, por favor...

...no quiero irme, aun puedo hacerte feliz.

Y luego de eso...

- Dicen que no puedo estar con el celular...

- Lo sé.

- Pero de vez en cuando, me dejarán usar mi Tablet. Yuuri, tú, ¿me escribirás, a mi correo...?

¿Victor tenía correo...?

Tantas cosas por decirte...

...tantas cosas que no sé.

- Por supuesto que sí... Espera –sacó de su bolsillo una de las propagandas impresas del onsen, y un lapicero simple- Dime...

Siempre tus palabras tontas, Vitya...

...es que despiertas al pícaro en mí.

Y luego de eso, simplemente, el adiós...

- Quédate mi celular, por favor. Si no lo voy a usar contigo, no lo quiero.

- Pero

- Yuuri. Pediré que te digan todos los días cómo estoy. Pediré que te avisen cuan

- No... Ha-hablaremos todos los días, o cuando puedas, desde el correo...

PielWhere stories live. Discover now