Caminaban por el club que los había encontrado. El alfa lo llevaba de la cintura porque sentía que todas las miradas estaban sobre ese sitio del frágil omega, y no erraba en sentirlo, el olor característico de Bill era un revuelo para todos quienes lo sentían. Para cada uno era diferente y nunca lograban descubrirlo por completo, pero para Tom era el paraíso porque sentía que todo era verdadero y genuino en Bill, y todo mejoraba cuando ellos dos se unían, sentía que estaba el paraíso y sólo mejoraba cuando sus olores se unían.

—Sé que apenas han pasado unas semanas desde que nos conocemos —comenzó el alfa, con esos rastros de timidez que tanto le encantaban al omega, comenzando a soltar ese característico aroma que lo volvía loco y le daba pauta para ser como era y le gustaba, dominante. —. Y por ese tiempo que llevamos de conocernos es que sé que no podemos pasar más tiempo juntos... — Los ojos de Bill se abrieron con sorpresa y su enojo fue tan notorio, ya que quitó con desprecio el brazo de Tom de su cintura que este tuvo que apresurarse —. Sé que ya no podemos pasar más tiempo juntos sin formalizar esto que tenemos. Quiero poder llamarte mío sin tener que gruñirle a todos los idiotas que babean por ti y por donde caminas.

—Eso es lo que pasa cuando eres irresistible, bebé — sonrió ya tranquilo, tomando la mano de Tom.

El alfa lo ignoró y continuó —Quiero que seas mí omega, Bill... quiero poder llamarte mío y...

—¿Y al fin me la meterás hasta anudarme? — interrumpió Bill con cariño, haciendo que el alfa se atragantara con su propia saliba y comenzara a excitarse, y al mismo tiempo el omega demostraba que ni siendo su pareja dejaría esa actitud de la que se enamoró, y sí, a Tom no le importaba que actuara de esa forma si sólo lo hacía con él.

—Tal vez — respondió el alfa con una impecable sonrisa que le achinaba los ojos.

Estaban a medio campo del club y justo ahí fue cuando sucedió la primera muestra de amor más allá de andar de manita sudada o una rodeada de cintura. El omega se situó frente al alfa, éste lo abrazó atrayéndolo por la cintura y por los centímetros de diferencia fue que el menor tuvo que pararse de puntitas para alcanzar los labios del otro. Sus manos descansaban en los hombros de Tom. Se miraron con intensidad durante unos segundos simplemente para admirar las expresiones del contrario. Ambos se tenían ganas. La falta de experiencia de Tom no era impedimento en ese momento, aunque fue Bill el que tomó la iniciativa y juntó sus labios.

Comenzaron un beso de lo más inocente, ironicamente. Nada de humedad. Nada de apuros o ansiedad. Simplemente juntaron sus bocas en una danza interminable de movimientos suaves para gozar la dulzura y suavidad del otro.

Se separaron después de un rato de estarse saboreando, oliendo como los demás alfas y omegas que estaban ahí soltaron olores de decepción.

—Entonces... ahora eres mío — volvió a hablar Tom.

—A medias, cariño. Todavía necesito que me des la prueba de amor.

—¿Aquí y ahora? — preguntó a modo de broma pensando que se refería a tener relaciones por primera vez.

—Aquí y ahora —respondió mientras estiraba el cuello.

En ese momento a Tom le cayó la respuesta... ¡Claro! Bill quería ser mordido, y por supuesto que el alfa quería morderlo. El problema es que todo había sido tan perfecto (a su manera, pero perfecto al fin) que no quería marcarlo en un escenario tan equis, en un momento tan poco romántico a como lo tenía planeado y mucho menos bajo la vista de todos los metiches que caminaban por ahí. En su mente todo maquinaba en un escenario más íntimo y privado, que fuera algo de sólo ellos dos y tuvieran la mejor de las experiencias.

No es como tú quieras || Omegaverse TollWhere stories live. Discover now