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-...Han pasado tres días, P-Popee, me estás preocupando mucho, no has salido de tu tienda, ¿s-siquiera estás comiendo bien? –

No hubo respuesta.

-...Por favor, sólo...sólo dime que estás bien... -

Repentinamente, un grito se escuchó como si se tratara de un trueno.

-¡¿Crees que estoy bien?! ¡Vete, déjame solo, déjame en paz! –

Este estruendo alarmó al lobo, pero aun así no dejaría sólo a su compañero, a pesar de recordar todas las malas experiencias que le trajo estar cerca de él, dentro de su corazón no cabía la posibilidad de abandonarlo en un momento tan extremadamente fuerte, quería ayudarlo, no, DEBÍA ayudarlo.

Inhaló y exhaló, y entonces con determinación tomó un extremo de la entrada de la carpa para moverlo hacia un lado y poder entrar.

Allí estaba Popee, acostado en una cama de suelo, cubierto enteramente por sábanas y edredones que no dejaban ver nada más que las orejas de conejo que siempre llevaba encima suya. A su lado habían algunos platos, lo cual alivió un poco al lobo, el cual soltó un suspiro. No sabía muy bien que decir, era normal que en una situación así el afectado se sintiera deprimido y apagado, pero encerrarse y aislarse del mundo exterior no le ayudaría.

Decidió tomar los trastes y apilarlos en una esquina, ya habría tiempo de lavarlos, pero por ahora no se alejaría de su amigo ni un segundo, quería estar a su lado, que no se sintiera solo. Al parecer él sintió su presencia.

- ¡Te dije que me dejaras en paz! – Retumbó por la tienda al momento en que Popee se sentó de golpe en la cama, el lobo, por un momento, se quedó observando fijamente los ojos de su compañero, esas pupilas ahora completamente blancas y sin vida, que aun así, lograban mostrar una gran ira y tristeza simultáneamente.

-¡N-No! ¡No me voy a ir! ¡No voy a dejarte solo! – respondió Kedamono ante la ira del contrario.

-Te juro que si no te vas en este mismo instante, ¡te arrancaré los ojos con mis propias manos! –

Ignorando por completo aquella amenaza, más que nada se fijó en que el rubio estaba abrazándose a sí mismo, ¿frío? No, no había ni una sola corriente de aire, al parecer éste temía mostrar la debilidad que sentía al estar en tal condición. Tal vez por instinto Kedamono se acercó a su amigo y lo envolvió en un abrazo, tal vez tenía que ver con su carácter amable, aun así, el contrario no se lo tomó bien, pues rápidamente comenzó a golpear la espalda de su acompañante. Golpeó tan fuerte como pudo, ocasionando ruidos al impactar su puño con la piel, y a pesar de esto, Kedamono no se apartó ni un segundo.

Después de unos minutos, el cansancio le hizo ceder en sus ataques, y no le quedó más remedio que soportar al lobo.

~ Flower crown ~ [Popee the performer]Where stories live. Discover now