Capítulo 13 "Cagada nivel Dean Smith" (Dean)

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-Tú me gritaste en el oído. –se justificó. Me crucé de brazos y la miré enarcando una ceja. Bufó. –Vale, puede que no sea una buena excusa pero me molestó que lo hicieras. –tosí forzadamente. Aún no había oído lo que quería. Volvió a bufar. Me recordó a un toro, un lindo toro… ¡Olvidad eso! –De acuerdo, lo siento. No debí gritarte pero, aunque sé que tampoco es excusa, no estaba bien. –descrucé mis brazos y los dejé caer a ambos lados de mi cuerpo. –Y ahora es cuando tú me dices que nunca estoy en mis cabales pero en ese momento yo…

-Creo que eres la persona más cuerda que conozco. –la interrumpí. –Todos tenemos derecho a sentirnos mal y débiles en ocasiones, lo importante es ser lo suficientemente fuertes como para superar esos momentos y seguir adelante. El hecho de no estar bien no te hace mejor persona, pero sí cómo te enfrentas a tus problemas.

Un silencio precedió a mis palabras. Los ojos de Dani no se despegaron de los míos en ningún momento. ¿Qué estaría pasando por esa cabecita?

-Joder, Dean. Sí que te estás convirtiendo en un cursi. ¡Incluso me costó entenderte! –exclamó divertida Dani.

No era la reacción que esperaba pero bueno, con ella nunca se sabía que esperar.

Sonreí y me reí por su comentario. Tenía razón, eso había sonado demasiado como mi yo antiguo, el que era antes de comenzar a salir con Rebeca.

-No eres el simio cabeza hueca que pensaba. –murmuró.

Parecía feliz y aliviada. Y yo no pude sino contagiarme de su emoción.

-Tú tampoco eres la chica dura y fría que finges ser. –susurré acercándome a ella. - Las apariencias engañan.

Coloqué mi mano sobre su mejilla y comencé a acariciarla sin despegar mis ojos de los suyos. Hacía demasiado tiempo desde la última vez que sentí sus increíbles labios sobre los míos y, ¿para qué mentir? Los echaba de menos. Era extraño pero nunca había sentido la necesidad de besar a una chica hasta ahora.

Dani colocó su mano en mi pecho y trató de separarme de ella.

-Creo que es mejor que volvamos, el descanso está por acabar.

Hice caso omiso a sus palabras y dirigí mi mano hacia su nuca.

-Tranquila. –murmuré reduciendo los escasos centímetros que nos separaban. –Nos esperaran.

Coloqué mis labios sobre los suyos y comencé a moverlos lentamente. Sentí como ella respondía a mi beso. No pude evitar sonreír feliz de que lo hiciera. Mis manos descendieron lentamente por sus hombros. Sus brazos. Sus manos. Enlacé mis dedos con los suyos y la acerqué más a mí. Era la primera vez que sujetaba la mano de una chica a la vez que la besaba y se sentía genial. Necesitaba más de ella. Mucho más. Olvidé que estábamos en la puerta del edificio de las chicas. Olvidé que nos estaban esperando. Olvidé que teníamos que jugar un partido. Lo olvidé todo y dediqué todos mis pensamientos a besarla y a que disfrutara de ello.

Mordí su labio inferior, haciéndola gemir contra mi boca. Liberé sus manos de mi agarre y las dirigí hacia sus caderas. La acerqué todo lo que pude a mí y volvió a gemir. Levanté un poco su camiseta para poder palpar su piel con mis dedos y comencé a acariciarla. Nuestros besos se hicieron más apasionados. Ella acarició mi pecho, descendiendo hacia el final de mi camiseta. Introdujo una de sus manos debajo de ella y palpó mi abdomen. Esta vez el que gemí fui yo. Noté como la sangre de mi cabeza bajaba hacia mi entrepierna, que cada vez me dolía más.

Mi jodido cerebro, enfadado porque le hubiera quitado su apreciada sangre, eligió ese momento para recordarme que no era el lugar adecuado para hacer eso. Quería continuar y llegar hasta el final pero mi cerebro pensaba fastidiarme los planes.

¡No me dejes con ellos, mamá!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora