Capitulo 19

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Narra Alejandra

Creo que si tomaba unas tijeras y las ponía en medio de la sala de mi casa, podría cortar la tensión que se encontraba justo ahora.

Jimena había venido, y no la culpo por querer tener una explicación, solo que ahora temía por mi vida y por la suya también.
Antes de que llegara, mi madre había tratado de hablar con mi padre, para hacerlo entender que estaba actuando mal al no aceptar mi relación. Pero no sirvió de nada; mi papá fue criado a la antigua lo cual significaba que si yo no me casaba con un hombre bueno y prospero que le diera nietos de bien, su familia había fracasado en la crianza. Si, lose, es estúpido pero así es él, siempre ha sido así; aunque ahora lo desconozco, tan cerrado de mente.
Los intentos de mi madre para hacerlo entender solo hicieron que se molestara más, lo cual provoco que comenzara a pelear y mi padre la empujara haciendo un leve moretón en su brazo. Lo cubrí con maquillaje antes de que Jimena entrara, solo esperaba que no lo notara o a ella también le iría igual.

—Alejandra por favor dile a tu amiga lo que querías decirle— dijo mi padre en un tono bastante serio.
Había acordado que yo le diría a Jimena que no quería verla más, pero yo jamás diría esas palabras.

—Yo...no— susurre con la mirada en el suelo.

—Cariño...—mi madre tomo una de mis manos y la sobo con suavidad, podía sentir que ella igual tenía miedo en su tacto—...hazlo que dice tu padre, por favor.

—Alejandra...—la sentía llamándome, pero no podría mirarla a los ojos ahora, no podía.

—Tu guarda silencio, ella lo dirá ¿Verdad hija?—

¿Hija? ¿Enserio? Todavía tenía el descaro de llamarme así, después de las horribles cosas que me grito, y de atacar a mi madre. Ese hombre ya no era mi padre.
Pero sabía que si me negaba, todo nos iría peor.

—Jimena yo...— comenzó— yo...no quiero verte mas, tu y...y yo ya no somos nada. — termine

Un silencio abrumador reino sobre la sala de mi casa, no quería mirarla, si lo hacía sabía que iba a descubrir en mis ojos toda la verdad, y si lo lograba probablemente se iniciaría la tercera guerra mundial.

—Es mentira...lo sé— dijo algo bajo pero lo suficientemente audible — Si no es así entonces mírame—

Las lágrimas comenzaron a aparecer, y por más que trataba de apartarlas, no lo lograba.

—Vez, es mentira, Alejandra sé que no es verdad ¿El te obligo a decirlo?— estaba levantando demasiado la voz, eso traería problemas.

—Alejandra háblame— Jimena seguía insistiendo pero yo simplemente me mantenía estática.

—Basta no voy a soportar más esto— dijo el hombre que alguna vez considere mi padre. — Puedes retirarte, ella ya dijo lo que tenía que decir.

—No, claro que no— Jimena se levanto e intento diríjase hacia mí pero mi madre la detuvo mientras susurraba pequeños "por favor".

— ¡Dije que basta! — levantó la voz mi padre; pero Jimena tampoco se quedó callada.
— ¿Cuál es su problema? ¿Cuál es el problema con que yo quiero hacer feliz a su hija? ¡Usted sólo la hace sentir peor!—
—Yo educare a mi hija a mi modo y creare una familia de bien, ahora ¡largo de mi casa!— grito haciendo que las cosas se pusieran aún peor.

Yo por otro lado, sólo podía observar la escena llena de miedo, estaba temblando; me reprimía mí misma por no hacer nada contra ello.

— ¡¿Así que su estúpida homofobia va a evitar que su hija sea feliz?!— Esa fue la gota que colmó el vaso.
Vi como mi padre intentó pegarle, pero mi madre fue más rápida y se interpuso entre él y Jimena recibiendo una bofetada justo en la cara; pero ni una minúscula parte de culpa se demostró en el rostro del hombre.

— ¡Con qué así es cómo mantiene feliz a una familia!—empezó a gritar Jimena, ella enojada no había quien la callara. — No voy a permitir que usted haga lo que quiera con ellas—
Jimena trataba de protestar pero mi madre le empezó a arrastrar a la puerta de salida y le dijo algo entre susurros que no pude oír pero que al parecer calmo a Jimena.
Entonces se fue.

¿Cómo me sentía yo? Me sentía inútil, me sentía estúpida por no haber hecho nada para defender a Jimena, cuando ella con uñas y dientes lo estaba haciendo.
Cuando mi madre volvió a la habitación mi padre volvió hablar, y digo a hablar porque decir "soltar serpientes de la boca" sería muy poco.

—No quiero ni una palabra de esto a nadie ¿no queremos más problemas verdad?—trato de sonar tranquilo, pero era obvio que era sarcasmo.

—Tú — me señalo— deja de llorar y empaca tus maletas, que mañana mismo te mudas con tu tía Ana.
Mi tía Ana era hermana de mi madre y vivía a unas 4 horas de aquí.

Era definitivo, con esto posiblemente no vería a Jimena de nuevo.







J&A[ChicaxChica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora