Capítulo diecisiete.

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—Oh Dios...—dijo Scott, lo miré.

—Scott, revisa la casa y dame un informe de todo lo que encuentres en una hora, Ryan, ve con Anabelle y revisen todo el perímetro, no quiero ningún tipo de sorpresas.

Todos se dirigieron sin rechistar a hacer lo que les había mandando sin discutir, y es que así tenía que ser.

Me dirigí a la habitación más grande que vi, tenía una cama gigantesca y una televisión del porte de la pared, qué vida la de los riquillos.

Acosté a Sky con cuidado entre las sábanas, pero ella abrió sus ojos, y se quedó mirándome unos segundos que parecieron interminables.

—¿Ya hemos llegado?—preguntó somnolienta desde la cama. Asentí—. ¿Y esta será mi habitación?—volví a asentir.

Sky se acostó y volvió a cerrar sus ojos para sumergirse en un profundo sueño, o al menos eso parecía.

—Pareces un oso Sky, duermes demasiado. Pero me agrada verte dormir, te ves bastante más tranquila...

Me retiré de su habitación y comencé a checar las demás, eran cuatro, y éramos cinco personas... joder.

—Adam—dijo Anabelle y Scott irrumpiendo mis pensamientos—hemos revisado el perímetro, no hay nada cerca de aquí hasta por lo menos unos cien metros.

—Excelente, buen trabajo.

Anabelle se sentó en el sofá color crema. Ryan apareció.

—Son cuatro habitaciones, cada una con una pequeña cama, exceptuando en la que duerme Sky—dijo.

—Me ofrezco como voluntario para dormir con ella—murmuró Scott a Sky, Anabelle rió. Mi seriedad supongo que confirmó que aquello no me había parecido para nada gracioso, ¿Qué era lo que se creía?

—A mi no me miren, esa chica me detesta, y no dudo que en cuanto caiga la noche me despedazará si me hacen dormir con ella—dijo Anabelle, suspiré derrotado.

—Tendré que dormir yo con ella, y se ha acabado el tema—les dije. Anabelle hizo un mueca de desagrado, pero mantuvo silencio.

Scott gruñó.

—Pero yo he dicho primero que...

—¿Disculpa? ¿Estás acaso cuestionando mis órdenes Scott?—le dije, acercándome a él y tomándolo de la camiseta, él negó con temor en sus ojos.

—No Adam, lo siento.

—Que no se les olvide quién es el jefe aquí—les dije, Scott mantuvo la cabeza gacha—. Vayan a descansar todos, ha sido un largo día y es bastante tarde.

Todos hicieron lo acordado, y se disputaron por sus nuevas habitaciones, le encargué a Ryan, mi hombre de más confianza en este lugar, que llamara a la agencia para que estos trajeran hombres de respaldo por si algo llegaba a suceder.

Abrí la puerta de la nueva habitación color crema, Sky ya no se encontraba en la cama, mi corazón latió de par en par por algunos segundos, hasta que la vi.

Su piel morena se encontraba de espaldas, sólo tenía puesto unas cortas calzas y al parecer se estaba sacando el brassier. Carraspeé.

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