—Bueno, no todos somos unos genios como tú —respondió Sinu juguetonamente y estaba a punto de irse.

—Mamá —habló la menor.

—¿Sí, mi amor?

Camila se volvió a sentar y miró a su madre directamente a los ojos.

—Estuve investigando sobre los costos de la transición —dijo en voz baja, como contando un secreto.

Sinu asintió amablemente y luego se sentó a un lado de Camila.

—¿Y qué descubriste? —preguntó.

—Bueno, yo... Encontré que un tratamiento aquí en San Diego de once mil dólares, tiene todo incluido: la cirugía, las hormonas y todo lo que conlleva. Hay un cirujano mexicano que se encarga de todo eso. Yo podría buscar un trabajo y de esa forma pagaría todo, pero me llevará tiempo y...

Camila paró de hablar después de ver la mano de su madre en el aire, indicándole que se callara por un momento.

—¡Eso es grandioso! —había dicho emocionada—. Pero te había comentado que yo te voy a apoyar en todo, incluso conseguiré otro trabajo para poder hacer alguna alcancía, y así pagar lo que necesites.

La menor liberó toda la presión que se había acumulado en su pecho y se relajó.

—Además, —comenzó la madre de Camila—, tengo dinero ahorrado de tu universidad porque la beca que conseguiste básicamente pagó todo.

—Pero la perderé por tomarme el año —Camila hizo una mueca.

—Después podemos ver eso —informó Sinu—, primero quiero verte feliz con quien realmente eres.

Camila sintió un escalofrío recorrer su cuerpo y se abalanzó hacia su madre para darle un abrazo sentimental. Ella podía jurar que estaba a punto de ponerse a lloriquear como un bebé.

—¿Cuánto dinero es? —quiso saber después de secar sus lágrimas con la parte de adentro de su mano.

—Unos cinco mil —respondió Sinu.

Los ojos de Camila se abrieron sorpresivamente, como no creyendo la cosa, y luego sonrió genuinamente.

—Eso significa que solamente faltan seis mil —añadió.

—Creo que tendré que investigar por mí misma sobre este cirujano con el que quieres hacer la transición —comentó Sinu y se levantó para salir de la sala, dejando a Camila sola con sus pensamientos.

***

Una vista hacia el patio y la luz del sol entrando por la ventana. La habitación estaba iluminada y el hospital parecía un poco acogedor, las máquinas de medicina hacían un ruido que arrullaba a Camila. Sus ojos se movían de un lugar a otro mientras examinaba la habitación con paredes blancas y cortinas azules, las cuales estaban colgadas a los lados de la ventana, Camila hubiera deseado ir a cerrarlas pero sentía que no sería correcto.

Era su primer día en ese hospital y sus nervios estaban de punta. Su madre había llamado al doctor Hernández, el cirujano mexicano que Camila le había mencionado para la cirugía de cambio de género, y después de discutirlo seriamente, habían llegado a un acuerdo, uno en donde el doctor accedía a recibir la mitad del dinero para el tratamiento y la otra mitad cuando en la transición ya haya llegado a su final.

Y ese por fin era el día en que Camila comenzaría el tratamiento. Así que la dejaron en una habitación de hospital mientras esperaba a que el doctor llegara a inyectarle cualquier cosa que ella creía que le inyectarían. Y esperó, y esperó.

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⏰ Last updated: Jun 22, 2017 ⏰

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El Reflejo de Mí MismoWhere stories live. Discover now