El secreto de Danna

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Mágicas criaturas se enfrentaron en combate sin cuartel: por un lado los elfos, quienes se corrompieron por el ansia de poder y por el otro los dragones, enanos, sirenas, silfos y hadas. Los líderes de cada raza cargaban un elemento, dado a ellos por el mismo Creador de todo, Ekanzo: fuego fue dado a los dragones, el agua a las sirenas, tierra a los enanos, aire a las hadas y luz a los elfos. Todos y cada uno hicieron uso de la mágica que otorgaba cada elemento, causando miles de muertes en poco tiempo.

La guerra hubiese continuado incluso por años, de no ser por el valiente Yanuk, hijo de Gim, hijo de Dimhás; el silfo portador del viento. Este junto con un valiente grupo, se adentró en la fortaleza de los elfos, logrando capturar, mediante hechizos, a Celebriän Faelivrin, rey de los elfos.

Pasados algunos días, los líderes de las otras razas, juzgaron al malévolo rey elfo, quien perdió su elemento junto con su vida. EL símbolo de la luz fue apresado en la espada del rey, más sin embargo, el precio del ritual para separar al portador de su elemento fue muy alto, los demás portadores pagaron con sus vidas.

Tras ello, los sucesores de los portadores de elementos decidieron, en  un nuevo consejo, entregar la espada que contenía el símbolo de la luz, al cuidado de los dragones cuya fama al custodiar tesoros era más que conocida por todos.

Con la muerte del rey elfo, la guerra terminó, pero no como todos hubiesen querido: la sucesora al trono, Linwëlin Faelivrin abdicó a este y tomó un camino desconocido.

Muchos elfos siguieron a quien debía ser su reina, y por años, eliminaron a cuanto viajero, que no fuese elfo, se topase en su camino. Pasó, sin embargo, que un día el grupo de la elfa desapareció y por siglos nadie supo que era lo que tramaban o que pasaría cuando decidieran regresar.

Los elfos que no siguieron a Linwëlin, reorganizaron su reino y sociedad, por consenso general, eligieron a su nuevo gobernante: uno que si bien era el primo del rey, había mostrado cordura y liderazgo durante la guerra. Años duros, pero fructíferos se desarrollaron, el pueblo elfo recuperó su esplendor pero nunca más la confianza de las otras razas.

El nuevo rey, temía sin embargo, el día que la heredera al trono regresase y temía aún más que se convirtiera, del algún modo, en la portadora del símbolo de la luz y que después de aquello, arrastre a su pueblo hacia una nueva guerra. Investigando como evitar el posible desastre, el rey descubrió que la única forma de hacerlo sería que existiese un rival para portar la luz cuando esta fuese liberada, debía el rey, por tanto, poseer un heredero propio.

Por todo ello el rey ideó un plan, que solo su íntimo grupo de consejeros conocía: buscaría una madre para su propio heredero, aunque no entre los elfos,  pues aún no sabían cuántos de ellos aún albergaban las oscuras anisas de poder que todo el pueblo había compartido junto a Celebriän. El rey, por tanto, buscaría entre los humanos, sonde esperaba encontrar una mujer pura, quien debía criar al niño lejos de la codicia élfica, lejos de aquel mundo mágico donde sin duda correría peligro si la hija de Celebriän conociera su existencia.

El rey viajó solo y con una fuerte provisión de oro, que cambió por dinero humano, y por muchos años buscó a quien sería la madre de su sucesor. Buscó en los mejores círculos sociales, aunque sin embargo, solo se topó con mujeres, si bien bonitas, sumamente vacías y ambiciosas… un ambiente exacto del que quería alejar a su sucesor.

Desolado por no encontrar lo que buscaba, un día que el rey paseaba por un solitario pueblito, se topó con una muchacha, a su juicio sumamente hermosa, que incluso a pesar de ser humana, podría pasar por elfa dada la perfección de sus facciones.

La tarea de la conquista fue todo menos fácil, aquella muchacha era exactamente lo contrario a las mujeres que el rey había conocido hasta el momento: en lugar de la ambición por el dinero o el poder, ella poseía una gran ambición por el conocimiento, en lugar de buscar diversión vana, ella prefería cultivarse, en lugar de buscar un simple placer, ella buscaba amor.

Nathalie y los Portadores de los ElementosWhere stories live. Discover now