5. Who wants to live forever?

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Alex.

Tanto Alexandra como Aless nunca habían sido muy amantes de las reglas, en realidad no se amaban nada más que a ellos mismos porque así los habían criado.
La ley del más fuerte.

Lejos de obedecer a la matrona, la mujer que se encargaba de ellos y veinte chiquillos más, todos hacinados en hamacas y criados juntos,
salieron esa noche. Ya no eran unos niños y habían aprendido pronto cómo engañar y embaucar a otros más inocentes.

Alex se despertó y al buscar a su amigo como muchas noches para consolarse encontró su cama vacía.

Dudó un segundo antes de levantarse y salir, eso sí, sin olvidarse de  comprobar que la matrona dormía.
No era algo que no hubieran hecho más de una vez, salir a hurtadillas y a tratar de hacerse con cualquier trozo de pan que pudieran o a intentar ganar algo de dinero por su cuenta, incluso ella sola lo había hecho pero sabían que el peligro que corrían si los pillaban era la muerte, sin segundas oportunidades.

Su amigo le había hablado de un chico, se habían conocido por casualidad, aunque también podría decirse que fue cosa de sincronicidad, si ella no le hubiera hecho perder el tiempo con las formas de las nubes y él no hubiera tenido que huir de la matrona por no estar donde tenía que estar tal vez nunca se habría tropezado con aquel chico.

Era guapo y al parecer los dos se querían.

Ella no entendía a Aless a pesar de haber conocido ya a Elettra y de saber que era la única persona a la que quería y querría en toda su vida, pero su amor por ella era tan solo cariño, al fin y al cabo solo tenía cinco años.

Su falta de empatía molestaba al muchacho que por supuesto terminó pidiéndole a Aless que se vieran solos. Las veces que eso pasaba ella no dormía, se quedaba quieta en su cama
escuchando en la oscuridad más allá de los gritos frecuentes de las chicas más mayores a las que les tocaba trabajar y de los borrachos más escandalosos por si en cualquier momento oía el disparo que podía acabar con la vida de su amigo rubio, él era una de las pocas razones para seguir que tenía.

Hacía tiempo que habían descubierto que la puerta trasera de la cocina era fácil de abrir, estaba a punto de alcanzarla cuando oyó unos siseos, se tranquilizó al reconocer la voz suave y modulada de su amigo, parecía que no le había dado tiempo a ir muy lejos.
No estaba solo pero su acompañante sonaba menos amigable que él.

-Oye, chico... chico, ven aquí!!!
-Hoy no, tengo otra cita -se excusó el joven algo nervioso.
-Por qué tanta prisa??? Ven aquí.

Escuchó unos segundos antes de darse cuenta de lo que iba a pasar, bueno, si era un cliente de Aless podía estar tranquila aunque el tipo parecía muy borracho y su amigo no parecía por la labor.
-He dicho que no!! -La voz de Aless sonó lastimera cuando el tipo le cogió por la muñeca y le obligó a agacharse.

Alex tembló impotente y miró a su alrededor sintiéndose lo que era, una niña. No era la primera vez que veía a un cliente forzar a alguien y ella misma lo había sentido en sus propias carnes.
Les criaban para eso, como ganado, no tenían opción de elegir ni decidir.

Podía asomarse y tal vez ayudar a su amigo si lo necesitaba o volver y esperar a que él regresara para que le contara. Sí hacía lo que le decían no le pasaría nada malo.
Estaba a punto de volver a su habitación cuando oyó una voz que conocía.

Era el novio de Aless y se acercaba corriendo al parecer.

-Déjale!!!
-Y tú quién eres, crío??? No ves que este chapero y yo estamos ocupados???
-No le llames así!!!!
-Tranquilo, cariño, no pasa nada -intervino Aless calmando la situación- No pasa nada, vámonos.

-Cómo que no pasa nada, Aless?? Eres mi novio, no deberías... -hablaba el chico con voz atormentada alejándose.
-Tú no te vas de aquí hasta que hayas terminado lo tuyo!!! -Se alzó la voz del hombre  más fuerte y enfadada que antes.

Alex oyó un golpe y cómo alguien se caía al suelo tropezando con los desperdicios que se recogían poco por aquellos lugares.
-Ven aquí!!!

Oyó gritar a su amigo y un forcejeo que no terminó bien para el chico más joven.

Con el corazón latiéndole a mil por hora y midiendo sus pasos en la oscuridad se acercó a la puerta y se asomó, estaba casi tan oscura como el interior pero sus ojos se fueron acostumbrando.

Mientras decidía si salir del todo o volver sobre sus pasos la conversación subía de tono por momentos y sonaba más amenazante.
No tenía todas consigo pero gracias a que la luna estaba creciente pudo ver con bastante claridad la escena.

El novio de Aless estaba tumbado en el suelo aún demasiado dolorido como para actuar en ningún sentido y de su amigo solo veía su perfil porque estaba demasiado asustada para asomarse más.

-¿Por dónde nos habíamos quedado? -preguntó el hombre cogiendo con sus grandes manos ambos lados de su cabeza.
De pronto se echó a reír y lanzó un rodillazo a la cara de su desprotegido amigo, se rió más fuerte y se acercó para patearle y burlarse de él.

Ella tuvo que morderse los labios para no gritar.

Aless se quedó tirado en el suelo, parecía inconsciente.

Con quince años ya debería haber visto bastante violencia para saber enfrentarse a ella pero no era así.

Gritos pero no eran los de Aless.

Distrajeron al intruso lo suficiente como
para que el novio de su amigo le diera en la cabeza con un objeto que no identificó hasta más tarde pero el golpe no fue contundente y la botella se hizo añicos contra el suelo, el hombre solo se tambaleó para finalmente sacar una pequeña navaja que clavó en el pecho del niño.

En aquel momento oyó la voz de Aless, un grito desgarrador, ella intentó llegar hasta él pero no podía apartar la mirada de aquel hombre y su figura intimidante.

Entonces fue cuando la miró fijamente, había visto muchos asesinos en su corta vida pero no a uno que acabara de cometer tal acto a sangre fría.

Su mundo se detuvo y hasta se olvidó de gritar, solo salió de su pequeño cuerpo un suspiro, era la primera vez que veía la muerte tan de cerca.

Tuvo un escalofrío de los pies a la cabeza y no pudo más que quedarse inmóvil.

Aless, con lágrimas asomándose en sus ojos, cosa que no era nada frecuente en él ni aún con alguna de las palizas más dolorosas que había recibido en su vida, arremetió contra él aunque fuera el doble de grande y el triple de fuerte. Viéndole así supo que en ese momento no le importaba  morir pero ella no podía permitirse
perder a la única persona a la que creía que le importaba.

Fácilmente el hombre se deshizo de él y con su arma en mano se acercó con una sonrisa jocosa cuando sintió una punzada en el costado y después otra y otra.
No es que fuera un gran arma pero una botella rota bien podía matarte sí estabas cegada de rabia como Alex en aquel momento.

Después de aquello ninguno de los dos volvió a ser el mismo pero a quien más le afectó fue a Aless, primero pasó por una etapa oscura,
desaparecía demasiadas noches sin decirle nada a nadie, olvidaba sus turnos o le daban igual, se volvió distante, frío, carente de
sentimientos y después volvió a reir pero solo para entretener y entretenerse frivolamente.

Su amiga sabía aunque él nunca se lo dijera que esa noche le habían roto el corazón para siempre.

"La persistencia de la memoria"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora