—¿Crees que no me gustaría acostarme contigo, Esme? —preguntó.

—Acabamos de empezar a salir, Leo... no deberíamos estar hablando de estas cosas —dijo para cortar la conversación.

—¿Por? No significa que lo haremos ya, pero hablarlo no está mal. No te conviertas en tu madre —añadió—. El sexo no debería ser un tabú, deberías poder hablar de ello conmigo, con Tefi... no sé por qué te incomoda tanto...

—Porque... me pone nerviosa pensar en eso.

—¿Por? —inquirió el chico.

—Porque... odio mi cuerpo —afirmó. Leo la abrazó.

—¿Me creerías si te digo que yo lo amo? —susurró besándola cerca de la oreja, Esme se estremeció—. ¿Me creerías si te dijera que yo te deseo? —inquirió y siguió bajando con sus besos por su cuello de forma sugerente, sexual.

—B-basta... —susurró Esme.

—¿Te gusta? —preguntó el muchacho mientras su mano derecha subía desde su cintura hasta su costado superior, justo bajo sus brazos.

Esme jamás había sentido todas esas estrellas tintinear en su cuerpo, bastaba un simple beso, un suspiro cerca de su oreja y un rose de su mano para que sus terminaciones nerviosas enloquecieran y su cuerpo despertara luego de años de letargo. Ella jamás había sentido eso, era fuerte y difícil de manejar, la hacía sentir insegura, con miedo a no poder controlar esos instintos y a la vez poderosa por poder sentirlos.

—Ajá —respondió cerrando los ojos.

Leo la besó con pasión, dejó que su lengua ingresara a la boca de la chica y se encontrara con la de ella. El beso fue subiendo de nivel mientras Leo iba acariciando el cuerpo de Esme en puntos estratégicos sin llegar a tocar las zonas que sabía, la harían retroceder, pues todavía no tenía acceso a su cuerpo. Le gustaba ver lo que provocaba en ella, le gustaba sentirla derritiéndose en sus labios y le agradaba hacerla desear más.

—Sé que es pronto para esto —le dijo entre besos—. No haré nada que no me permitas hacer, te respeto y te valoro, estoy dispuesto a ir a tu ritmo, Esme... pero debes saber que me encantas y que yo sí te deseo, desde hace un tiempo... Desde que te vi cuando fuimos a bucear, me gusta tu cuerpo, me atrae... y no deberías avergonzarte de él. ¿Sientes todo esto? —preguntó y acarició su cuello con un dedo viendo como la piel se le erizaba. Metió la otra mano bajo su blusa y la paseó por su abdomen, Esme se sentía un poco tonta—. No hay diferencias entre otras chicas y tú, tienes la misma capacidad de sentir que cualquiera de ellas... no debes avergonzarte de tu cuerpo porque si le das permiso, te demostrará todo lo que eres capaz de sentir... y porque a mí me encanta —susurró—. Pero sería mejor que te encantara a ti, porque entonces sí que sabrías cómo usarlo y cómo sentirte bien contigo misma —añadió.

—Ehmm.... ¿interrumpo? —Tefi subía al barco y observaba la escena con diversión. Esme dio un brinco y se arregló la blusa.

—Vaya, vaya, Leonardo... solo unos días de novios y ya quieres pervertir a mi amiga —dijo la muchacha, Leonardo rio—. Se me cuidan, ¿eh? Soy muy joven para ser tía —dijo sarcástica.

—¡Tefi! —se quejó Esme.

—Ahhh ya basta, deja de ser tan mojigata y disfruta —dijo y puso los ojos en blanco—. ¿Ya nos vamos? —preguntó.

—Tengo que darme una ducha —dijo Leo—. Estaba limpiando...

—Ah... pensé que era por el calor —bromeó Tefi.

—Espérenme aquí —dijo Leo ignorándola e ingresando a la cabina del yate.

—¿Y? —preguntó Tefi sentándose al lado de Esme.

Ni tan bella ni tan bestia ©Where stories live. Discover now