El almuerzo continuó tranquilo, Esmeralda trató de fingir que no sabía nada sobre la relación de Soraya con Beatriz y su hijo, que para ese momento era su novio. Se puso a pensar qué diría su madre si se enterara de que Leo y ella estaban saliendo.

Cuando terminaron de almorzar y luego de lavar los cubiertos y arreglar todo. Salió rumbo al barco, allí se encontraría con Leo para más tarde ir al ensayo. De pronto, la idea de cantar con una banda le entusiasmaba bastante.

Al llegar al barco, lo vio trabajando. Fregaba el suelo e iba sin camisa. Su pelo largo estaba suelto y se le pegaba un poco a la frente por el sudor. Esmeralda lo miró sin que él se diera cuenta, su piel brillaba al sol y ella sintió que le gustaba, que todo él le gustaba. Pensó que las cosas que sentía a su lado no eran las que solía sentir, con Tony todo era mecánico y porque tenía que ser, con Leo ella quería que fuera, ella quería besarlo, quería abrazarlo... y en ese preciso momento se encontraba deseando acariciar el torso del chico mientras enredaba sus dedos en sus cabellos. Aquel pensamiento se le coló en la mente y ella se asustó al percatarse de aquello. Leo se incorporó para recogerse el cabello en una coleta y la vio, sus mejillas se incendiaron y él sonrió. Amaba descubrir a su novia viéndolo.

La ayudó a subir al barco y la abrazó. Esme se sintió algo nerviosa —o quizás un poco incómoda— y no supo dónde colocar sus manos.

—¿Qué sucede? —inquirió al notarla tensa.

—Estás... estás... tienes el torso desnudo —respondió la muchacha y Leo rio.

—¿Y te gusta? —preguntó.

—Ajá —susurró.

—No escuché —dijo Leo besándole los labios con delicadeza.

—Que sí...

—¿Qué sí qué?

—Que sí me gusta —respondió Esme muerta de la vergüenza. Leo rio.

—Oye... Me encanta que seas así, tan... tímida, pero también quisiera que no tuvieras vergüenza de mí. Tú me gustas y me gusta saber que yo te gusto. Me gusta que me lo digas.

—Okey —respondió ella algo atontada. Leo la abrazó más fuerte.

—Oye... mi papá ya le consiguió trabajo a Soraya —dijo en medio del abrazo, Leo no respondió, pero ella lo sintió tensarse.

—Bien... —Fue todo lo que dijo. Luego se separaron, Leo se puso la camiseta y se arregló de nuevo su cabello—. ¿Les contaste lo de concurso? ¿Qué dijeron?

—Que sí, pero mamá dijo que yo no iría porque allí solo se emborrachan y tienen sexo —rio sentándose en uno de los bancos—. Luego dijo que, si quería ir, sería con ella —afirmó. Leo se echó a reír.

—Cómo si uno necesitara ir a ese viaje para emborracharse o tener sexo en estos días, tu madre vive en un mundo alternativo —afirmó. Esme solo sonrió encogiéndose de hombros.

—Ya ves... prefiero no ir a ir con ella —comentó—. ¿Te imaginas?

—No quiero ni imaginarlo —sonrió sentándose a su lado.

—Me molesta que me trate así, no confía en mí. ¿Acaso cree que voy a ir a emborracharme? Nunca he tomado una gota de alcohol, debería confiar en su hija... Y lo del sexo, eso sí que me da risa...

—¿Por? —preguntó Leo mirándola.

—Porque nadie me va a mirar para eso —dijo puso los ojos en blanco como si aquello fuese obvio.

—¿Ni yo? —preguntó Leo.

—Tú no vas a ir —afirmó—. Y... no lo sé —respondió algo tímida, se había olvidado de que ahora eran novios.

Ni tan bella ni tan bestia ©Where stories live. Discover now