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Mi psicóloga decía que siempre me iba por la ramas cuando tenía que contar algo. Decía que me centraba en cosas pequeñas para evitar lo que había logrado que llegara a ese momento. Supongo que se debe a que no es sencillo hablar a veces. Uno no puede decir fácilmente lo que quiere decir ¿y va a poder decir con soltura aquello que no quiere mencionar?
Cuando pasó aquel suceso que me llevó a encerrarme en casa, ella se ofreció a venir a verme. Le imploré a Lucas que le dijera que no. Él no lo entendía hasta que cayó en la cuenta de que yo no quería hablar de eso. Ella me obligaría a hacerlo, estaba segura.
Quiso traerla cuando decidí abandonar la carrera, pero fue Marisa quien tomó partido y dio el no rotundo. Dijo que yo iba a estar bien con ayuda de ellos, que no necesitaba ayuda de desconocidos.
Fue la primera vez que los escuché pelear. Esa misma noche me senté con Marisa a ver una película y dejé que ella me abrazara. Lucas apareció al poco tiempo y la besó antes de tomar lugar y abrazarnos a ambas. Nunca volvimos a tocar el tema. Él tiene un lugar en su biblioteca que siempre me invita a visitar. Ahí están los libros de autoayuda. Prometí tomarlos si lo sentía necesario, pero nunca lo haría. Odiaba con todo mi ser los libros de autoayuda.

Fragmentos de vidaWhere stories live. Discover now