EPÍLOGO

205 22 2
                                    

Ya han pasado los seis años que faltaban, para que mi hija tomara posesión de su herencia, del departamento y la mitad del dinero de su padre, en seis años han pasado muchas cosas.
Mi hija ha trabajado por mucho tiempo en un proyecto para los animales, por ellos ha estudiado también veterinaria, para poder ayudarlos cuando no hay nadie que quiera de forma gratuita, y ahora estamos aquí frente al licenciado firmando los papeles correspondientes.

Sus padrinos siempre la han apoyado y guiado, mis sobrinos están muy grandes, mi madre es feliz con David, los demás siguen trabajando.

—Evannia, hija, hay algo que tengo que darte — caminamos hacia mi habitación.

Después de subir las condenadas escaleras, entramos a mi habitación, camino hasta uno de los buros que está a lado de mi cama, debajo de la lámpara siempre dejo una llave, mi hija me mira a la espera de que haga algo. Camino hasta el escritorio y con la llave abro uno de sus cajones y saco la carta que le dijo su padre.

—Evannia, antes de que nacieras tu padre murió, cuando se hizo la lectura de su testamento, tu abuelo no lo tomo bien, pero lo que no sabías es que después de que naciste, tu tía Ingrid me entrego esto que dejo tu padre para ti — le tiendo la carta y ella la toma.

—¿Por qué hasta ahora mamá? — su voz es neutra.

—Porque Evan así lo quiso, estipulo que te la diera hasta que cumplieras la edad estipulada en testamento y aquí está —camino hasta quédame más cerca de ella, tomo su rostro con una de mis manos y lo acaricio con el pulgar — Estamos muy orgullosos de la mujer en la que te has convertido, de lo fuerte y bondadosa, de lo compasiva e inteligente que eres, nunca dudes del amor que te tenemos — siento ganas de llorar — aunque el ya no esté él siempre te cuidara — hago referencia a su cadena, esa que le regalo el vecino.

Mi hija me abraza, nos quedamos en mi cuarto y tal como hacia cuando no tenía hijos, preparamos muchas golosinas y la subimos para poder una película, después la abuela se unió a nosotros cuando vino de visita junto a su esposo.

Pasamos el día entre películas, juegos de mesa, mímica, divirtiéndonos sanamente. Sus padrinos llegaron en la noche, donde cenamos entre platicas, chistes, Ingrid nos dio la noticia de que está saliendo con alguien.

Estos han sido de mucho amor pero también de muchos sustos, cuando mi hija se intoxico con las fresas, pensé que me moriría de la angustia, o cuando se calló de la bicicleta haciéndose un feo raspón en el codo, cuando le dio varicela, y hoy la veo como si nada, ninguna marca en su cuerpo.

Cuando terminamos de cenar, nos sentamos en la sala, pues jugaremos con el karaoke, todos cantamos del asco, pero, nos divertimos de todas maneras. Steve canta una canción súper romántica y me mira, los bellos del cuerpo se me erizan, es un hombre, lindo, respetuoso, cariñoso y tierno, trabajador.

En muchas ocasiones él me ha declarado su amor hacia mí, pero yo de alguna manera no he podido corresponderle, siento que estoy engañando a Evan, que hacer cuando tu corazón se ha divido en dos, querer a dos hombres, uno que puede besarte y mirarte, otro que puede seguir enamorándote con solo recordar lo buenos momentos que pasaron juntos. Me siento confundida, mi corazón dice si pero mi mente dice no, estoy confundida, quisiera quererlo, sin que me sienta culpable.

Después del karaoke, todos nos fuimos a dormir a las once de la noche, todos se quedaron a dormir, hasta acondicione una habitación para mis amigos. Todavía me bañe y me cepille el cabello, espere a que se secara y en lo que eso pasaba baje a la cocina por un vaso con leche, después de servirlo, salí al jardín trasero y empecé a cantar la canción que me dedicaba Evan.

Bésame y a destiempo
Sin piedad y en silencio.
Bésame, frena el tiempo
Has crecer lo que siento.

Mientras cantaba lágrimas bajaban por mis mejillas, los bellos de mi cuerpo se erizaron, cada recuerdo se hacía presente, cada risa que compartimos, cada momento íntimo en donde no existía nada. Cada mirada que me enamoraba  aún más.
Pienso en lo que pudo haber sido nuestros futuros juntos, nuestra familia, pienso en los momentos en lo que pudo estar conviviendo con nuestra hija, jugando, cantándole tiempo.
Tiempo, tiempo fue lo que no tuvo, tiempo fue lo que nos faltó, eso dividió nuestro destino.

Bésame y beso a beso
Pon el cielo al revés.
Bésame porque quiere
El corazón.
Bésame.

Extraños tanto sus manos, extraño esos detalles que tenía conmigo, extraño besarlo bajo la lluvia, extraño su mano en mi cintura mientras bailábamos, extraño todo de él, su risa, su corazón.
Extraño cada instante a su lado por muy pequeño que sea. Quiero tenerlo de nuevo a mi lado, quiero volver a ver su sonrisa, quiero que me abrase con ternura y amor.

Quiero sentir otra vez.
Vuelvo a mi cuarto, con la esperanza de poder ser feliz de nuevo, mi hija me hace feliz pero mi corazón aún sigue vacío. Haría lo que fuera por la gente que amo pero.

¿Por qué no puedo hacerlo por mí? ¿Por qué tengo miedo a amar otra vez? Tengo miedo al amor, tengo miedo de rendirme a las caricias, a las palabras lindas, tengo miedo a entregarme de nuevo.

Siguen pasando los días y sigo extrañándolo, como cuando pensé que me dejaba porque ya no me amaba.
Evannia, nuestra hija me recuerda mucho a él, esos ojos con cabello negro como la noche, es el vivo retrato del amor que sentimos en nuestra juventud, que siento aun por él, aunque se haya rendido a la lucha por nosotras.

La nueve cae, los niños hacen muñecos y guerra con bolas de nieve, mi hija ha hecho un gran trabajo con su refugio para animales, tiene pocas personas en su ayuda, pero estoy segura que su bondad y generosidad tendrá muchos frutos más.

Le hemos hecho una misa a Evan por su aniversario luctuoso, después hemos dejado flores en su sepulcro, al volver a casa todos estaban en la sala tomando té y café, pues en invierno hace mucho frio, y yo pues, estoy en mi habitación, mirando una foto de las tantas que mande a enmarcar, miro aquella foto en donde el me abraza y susurra lo mucho que me ama mientras yo tomaba la foto, el sale de espaldas y yo soy la que ve a la cámara, después tomo otra foto pero esa si  es otra de mis favoritas, acostados en el tronco de un frondoso árbol en primavera.
Paso mis dedos por su rostro, recuerdo muy bien ese día.

—Me gusta estar contigo así. Te amo Evan — le había dicho con toda la ilusión y amor, mientras yo acariciaba su mejilla y lo besaba.

—Yo también te amo, me gustaría que nuestro primer bebé fuese niña y estoy seguro que lo será, que tenga ese hermoso cabello negro.

Yo solo lo había mirado con una sonrisa, estar feliz de estar a su lado, de compartir cenas y desayunos, de tener un hogar juntos, el pasaba ya vivir en mi departamento, cada noche hacíamos el amor con tal entrega que era imposible que otro hombre entrara y se quedara en mi corazón.
Pero algo ha cambiado, tengo un hombre que me ofrece su corazón a cambio de que le dé el mío, uno con cicatrices que aún no se sierran, uno con muchas grietas, sé que él quiere curar todo mi corazón pero ¿Cómo podrá hacerlo si tengo miedo a la entrega total?

Quiere a mi hija como si fuera suya, la aconseja y la cuida como una delicada rosa. Son pocos los hombres que llegan a querer de tal manera a los hijos de otro hombre. Hijos que podrían ser sido de ellos, suyo en este caso. No sé en qué momento lo empecé a querer de otra forma, solo sé que me di cuenta cuando el inesperadamente me atrapo con esos fuertes brazos robándome un beso. Fue cuando me di cuenta y tuve miedo de darlo todo de nuevo.
Miro a mis sobrinos y a mi hija jugar en la nueve, escucho sus risas, y sus gritos, los veo correr.

Evannia es una niña preciosa y aunque ya es una mujer, para mi siempre será, mi niña. Camino hasta la ventana para estar más cerca, cruzo los brazos y el porta retrato queda acomodado en mi pecho.

—Evan, No supe olvidarte.

NO SUPE OLVIDARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora