Nos subimos al auto de Gastón y comenzamos la marcha hasta la funeraria, en serio, no estoy listo para el último adiós a mi padre.

No digo nada, nadie lo hace, la radio suena muy despacio con canciones al azar que no me preocupo por descubrir, no estoy de humor para nada, solo quiero que esto termine para estar en casa con mi chica. Espero a que estacione y bajan. – Denme un segundo. – les digo y todos asienten.

La funeraria está bastante llena, hay personas conversando en la calle y se nota que hay una notable cantidad adentro, no lo entiendo, si después de todo era una mierda de ser humano, que actuaba muy bien. Acumulo odio enterrado para poder atravesar estar situación, trago sonoramente y cruzo la calle.

            La gente se acerca, todos con su pésame sobreactuado y yo con mi frase cliché de agradecimiento como si unas palabras solucionaran toda la basura que tengo. Compañeros de trabajo, amigos, conocidos, vecinos, personas y más personas.

-       ¿Estás bien? – pregunta mi madre dándome un abrazo corto

-       Escucho una vez más la frase "Lo siento" y voy a gritar. – digo observándola. – No saben nada y aún así creen entenderlo todo

-       No digas eso Matteo. – Me acaricia la mejilla. – Ellos nos están brindando su apoyo en este momento

-       Pues que se metan su apoyo en el culo. – me suelto. – No lo soporto.

Me alejo lo más que puedo aunque es una constante de personas que me frenan para hablarme. - ¡No quiero escucharlos carajo! – Me grito a mí mismo, sonrío falsamente y logro estar en el exterior. Meto tanto aire como puedo en mis pulmones y lo largo.

-       Necesitas uno de estos. – Pedro extiende un cigarrillo y lo observo por un segundo

-       ¿Desde cuándo vos? – Lo acepto y tomo el encendedor que me ofrece

-       Antes que me conocieras. – responde riendo.– Solo que no lo hago todo el tiempo ¿Y vos? ¿Desde cuándo?

-       ¿Yo? – pregunto mientras entra en contacto con mis labios, lo enciendo y sí, lo necesitaba. – Desde que pisé Londres, me ayudaba a calmarme, pero Addy me pidió que lo dejará así que eso hice

-       Interesante. – comenta observándome. - ¿Cuánto no sé de vos? – pregunta largando el humo de su boca

-       Demasiado diría yo. – Aspiro nuevamente y de apoco me siento mejor. – Tanto cliché me está matando, la frases armadas, mis respuestas falsas, esto no es lo mío

-       Todos queremos llorar a nuestros seres amados solos. – Coloca su mano en mi hombro, lanza el cigarro al suelo y lo apaga de una pisada.

Me quito el saco y me desabrocho la corbata, mi cuello al fin tiene movilidad, no llevo ni más de una hora acá y siento que necesito correr.

Observo a las personas con detenimiento, aun aquí me siento paranoico, mi cabeza no deja de trabajar, el cigarro vuelve a mis labios, aspiro, disfruto, largo. Jugueteo un poco con él entre mis dedos.

-       ¡NUNCA MÁS MATTEO! – grita desesperada mientras cierra la puerta tras de sí. – PROMETEME QUE NUNCA MAS

-       ¡PERO ADDY! – respondo en el mismo tono. - ¿Qué problema tenés? Lo hago desde antes de conocerte

-       No me gusta que te arruines la vida así. – Se acerca a mí y me toma del rostro. – Necesito que lo dejes

-       No quiero dejarlo. – digo cruzándome de brazos. – Es mi vida y yo decido

-       Pensé que querías una vida juntos. – Toma sus llaves que acaba de dejar hace dos segundos. – Yo no quiero esto para vos

Vuelve a cerrar pero ahora sin hacer ningún ruido, me quedo parado en el medio de la sala, golpeo la pequeña mesa con impotencia y caigo rendido contra el sillón. - ¡Mierda! – grito y arrojo la maldita caja al piso. Si quiero fumar es mi jodido problema.

La gente me da sus miradas y yo solo asiento como si les estuviera prestando atención.

-       Está bien. – digo acercándome hacia ella. – Toma. – Le entrego la caja

-       ¿En serio? – pregunta con una pequeña sonrisa en sus labios. - ¿Me lo prometes? – me agarra de la mano

-       Lo prometo, si querés que lo deje lo haré, vos vales más que cualquier cosa. – La acaricio despacio

-       ¿Entonces hay un futuro juntos? – pregunta

-       Hay una vida entera juntos Addy. – Sin dudarlo coloco dos llaves sobre la mesa y las extiendo bajo su mano

-       Matteo... - Mi nombre se escapa de sus labios en un susurro de sorpresa.

-       Quiero que vivamos juntos así empezamos a construir nuestro futuro ¿Querés? – pregunto

-       ¡Obvio que quiero! – Se levanta y me planta un beso en los labios. – Te voy amar toda mi vida Matteo

Vuelvo a la tierra y las malditas imágenes al fin desaparecen de mi cabeza. Lanzo el cigarro consumido y entro nuevamente en busca de Luna, la necesito.

Camino un poco y me encuentro a la mitad de los invitados luchando por la comida gratis y en una esquina ahí la veo, sosteniendo la mano de mi madre enfrascadas en una conversación.

-       Disculpe. – Uno de los que al parecer trabajan aquí llama mi atención. – Le dejaron esto. – Extiende un sobre color beige con mi nombre escrito en perfecta caligrafía

-       ¿Quién? – pregunto y sé que esto no es nada bueno

-       Lo dejaron en recepción señor. – Lo tomo y le hago señas para que se vaya.

Voy en contra de todos mis instintos y lo abro.

Me prometiste que no lo volverías a hacer –A.

3. La sentencia de Matteo Balsano (#Lutteo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora