Ellos eran amigos de toda la vida, estuvieron enamorados desde niños pero nunca se dijeron nada.
Conjunto el tiempo pasó, se declararon el uno por el otro, pasando maravillosos momentos juntos, pero el pasado atacaba por la espalda y todo era de vid...
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El sábado llegó más rápido de lo que esperaba, tenía dos compromisos muy importantes, en primer lugar debía ayudar a Robert con algo, que aun no me ha contado de que se trata, sólo dijo que necesitaba mi opinión pero no dijo nada más.
Santiago me había llamado ayer para invitarme a cenar esta noche, no pude negarme, porque, no iba a desaprovechar una oportunidad como esa, sólo espero que esta vez esa tipa que vi un tiempo atrás, no aparezca por ninguna parte.
Como hoy seria un dia muy ajetreado, me levanté temprano para preparar todo. Saqué ropa del closet y elegí unos jeans azules junto con un T-shirt negro y unas zapatillas sencillas, bien cómodas para salir con Robert, porque en verdad no sabía que haríamos.
Tomé un vestido negro que me llegaba a las rodillas, era muy cómodo, pues no tenia ningún encaje y era lo que más me gustaba de él, tomé unas plataformas negras también, pues la verdad no quería combinar mucho así que elegí todo del mismo color.
Organize todo lo que iba a usar y fui a tomar una ducha. Robert vendría por mí a la 1:00P.M. pero apenas eran las 12:13P.M.. Era mejor estar preparada antes de tiempo.
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—¿Estás lista?— preguntó Robert.
—Si, vamos— le respondí cerrando la puerta detrás de mí.
Avisé a mi madre los planes de hoy así ella avisara a mi padre, para que no ocurriera ningún inconveniente como antes.
Subimos al auto de Robert y nos pusimos en marcha, encendió la radio y cantó todas las canciones que sonaban durante el camino, se las sabía todas, cantaba y cantaba sin darme chance de que insistiera en preguntar a dónde nos dirigiamos.
Robert condujo un largo tiempo, hasta entrar a la carretera grande, donde no habían casas en el camino, solo arboles de lado a lado durante todo el camino hasta llegar a la otra ciudad.
Tomamos un atajo antes de llegar a la próxima ciudad, así pude darme cuenta que tal vez iríamos a la casa de los padres de Robert pero que ahora parecía más de él que de ellos, por todas las visitas que estuvimos haciendo desde que empezó el verano.
Mis sospechas eran ciertas, Robert estacionó el auto frente a la casa. Se desmontó del auto rodeándolo, llegando a mi lado en el momento que cerraba la puerta detrás de mí.
—Tienes que ponerte esto— me dijo extendiéndome un pañuelo.
—Claro— dije colocandome el pañuelo en la cabeza.
—No tonta— dijo Robert quitandome el pañuelo y riendo —acá— dijo colocándolo en mis ojos.
