El felino agradeció que su amo pasara tanto tiempo en la cama pues aunque ya ha pasado una semana desde que Yoongi durmió aquí por última vez, su aroma aún estaba impregnado en las blancas sábanas; justo donde Peachy estaba acurrucado disfrutando de la fría tarde.
Con menos hambre que hace días gracias a que la vecina se compadeció de él; disfrutó alegremente del tazón lleno de atún que ésta le dejó en el balcón de su departamento. Claro, no dudo en pensar que este no era tan delicioso como lo que Yoongi le compraba, pero por ahora no tendría que salir más.
Peachy desconocía el origen exacto de ese exquisito manjar pero sabía malditamente bien. ¡Todos los gatos del mundo deberían probar ese atún! Seguro quedarían sorprendidos, especialmente aquellos gatos callejeros que sólo tienen el honor de comer cada que los locales colindantes desechaban las sobras de sus clientes.
Pero ahora, a falta de ese delicioso platillo, sólo podía comer lo que la dulce anciana vecina le brindaba.
Un ruido desde el pasillo afuera levantó su curiosidad, sin moverse un sólo ápice clavó su mirada en la puerta gris que a sus ojos parecía enorme, esperando ver al pálido joven cruzarla, sin embargo, eso no sucedió. Tampoco llegaría esa noche.
Peachy es el perezoso gato de Min Yoongi.
