—¡No sé que haré contigo! ¡Eres una princesa, futura reina de ésta nación. Tú nación! —Grita, lo cuál es una conducta extraña en ella. Ruedo los ojos tratando de calmar ese fuego que me quema y empieza a consumirme lentamente. No sucede.

—¿Te has puesto ha pensar por un segundo que tal vez no quiero gobernar? ¡No quiero ser reina! ¡No quiero la corona! ¡Ese es tú estúpido sueño frustrado, no el mío, no es mi...

Suelto un gemido de dolor al sentir la palma de su mano siendo impactada sin pudor alguno por mi mejilla. Abro los ojos con sorpresa, ella nunca me había pegado, ni siquiera me había gritado como lo ha hecho ahora.

—No te reconozco. —Murmuro por lo bajo, llevando una mano a mi mejilla que palpita y arde a la vez.

—La que no te reconoce soy, Gracell. No eres la misma ¿Donde quedó ese hermoso bebé que tanto amaba?

—Se murió.

—Eres una vergüenza para ésta familia, tú no deberías llevar el apellido Moonlighting, no lo mereces.

Y con esas palabras mi mundo quedó destruido, cerré mis manos en dos puños presionándolos fuertemente. Las paredes comenzaron a removerse de un lugar a otro, como en un terremoto. Los cristales en la habitación explotaron y los cuadros en la pared cayeron la suelo, un relámpago cayó y el cielo que antes era de un color celeste claro se tornó en un color oscuro y negro. El viento sopló de una manera muy tenebrosa y otro relámpago acompañó al anterior, mi respiración era irregular y sentía ese molesto pitido en mis oídos que no paraba y hacía que me enfureciera mucho más. Sonreí con ironía, controlando mis poderes, como si sus palabras no se hubieran clavado en mi corazón y en mi cerebro de una manera dolorosa. Las paredes detuvieron su danza de un lugar a otro, el cielo poco a poco recuperó su color claro y los relámpagos dejaron de caer, las nubes negras desaparecieron dejando entrar los rayos del sol por la ventana que ahora estaba rota. La luz que se estaba sobre-cargando a cada segundo se restableció otra vez a su manera habitual.

—¿Gracell? ¿Tú? ¿Cómo...?

—¿Avergüenzo tu apellido? —Reí, ignorándola— Te daré algo de que avergonzarte madre.

Y salí a toda prisa, comprobando que uno de los dolores más fuertes; era el rechazo de tu propia madre.








Una lágrima resbaló por mi mejilla, la aparté al instante. Ese era un recuerdo que tenía escondido muy dentro de mi y qué del cuál no quería recordar nunca más. Bufé dando una última calada al cigarrillo para después tirar la polilla en el bote de basura a unos metros, me levanté del columpio pero algo llamó mi atención, aquellos murmullos que se colaban por mi mente.

«No me gusta esto, Thanner, ¿Qué tal si se volvió más fuerte

Pegué un brinco al notar aquella voz, me concentré buscando nuevamente la voz. Lo cuál no fue para nada difícil.

«Lo dudo, se fue a mitad de su entrenamiento.»

Pensé en huir, pero no. Ya era demasiado tarde para hacerlo. Tres chicos frente a mi, de 15 o 16 años probablemente. Un castaño que parecía un perrito asustado a punto de huir, un pelirrojo que se debatía si quedarse o salir corriendo, y al final, un pelinegro que parecía más seguro que cualquiera de los anteriores chicos que parecían orinarse en los pantalones.

—¿Creían que si hablaban telepáticamente no los escucharía?

—¡Mierda, Thanner! ¡Te lo dije!

—¡Cállate Ares! —El pelinegro reprende al castaño, me mira— ¡Y tú perra vendrás con nosotros y no te mataremos!

—Vengan por mi, principiantes.  —Abrí mis brazos a los lados juguetona.

El pelinegro se colocó frente a mi, cerró los ojos y varias piedras se levantaron, elevó las manos hacia mi y ellas se dirigieron hacia mi. Sólo levanté un dedo y creé una barrera invisible haciendo que todas las piedras chocaran ahí y cayeran al suelo nuevamente. Sonreí con egocentrismo.

—¡Vaya! Casi podría decir que me impresionaste, pero no, no lo hiciste. Mi turno.

Levanté sólo una piedra que fue dirigida rápidamente hacia él haciendo que lo golpeara lo suficientemente fuerte para que cayera al suelo y se retorciera de dolor en el suelo, me acerqué a ellos y negué levemente. Los otros dos se morían de miedo a un lado, esperando que les hiciese algo parecido a ellos también.

—Regresen a Arcanis, y les juro por el maldito infierno que si me entero que abrieron sus estúpidas bocas diciendo que estoy viva. Los buscaré y esa vez, los mataré.

Giré sobre mis talones caminado lejos de ellos, cuando me encontraba a mitad de la cancha de fútbol un chiflido me hizo girar, fruncí el ceño empezando a molestarme realmente. El chico de cabello negro, el cuál según había escuchado se llamaba ‘Thanner’ era el que había chiflado, a su lado el pelirrojo sostenía fuertemente a un chico que no sobrepasaba los 17 años con un cuchillo en su garganta.

—Ven con nosotros y no lo mataremos. —Dijo Thanner.

—¿Qué? ¿Matarme? ¡No quiero morir! ¡Ayuda! ¡Policía, estos lunáticos me quieren asesinar! ¡Ayuda! ¡Ayuda! —Gritó aquél chico con histeria.

—¡Cállalo Ares! —Le gritó el pelinegro al castaño, él cerró los ojos y el chico dejó de hablar pero no de removerse.

En un segundo ya me encontraba frente a ellos, Thanner sonrío triunfante.

—Aquí estoy.

Thanner se giró hacia el pelirrojo y pronunció, sin remordimiento;

—Mátalo.

El pelirrojo pasó el cuchillo por la garganta del chico dejando una gran herida en lateral ahí, las sangre no tardó realmente mucho al salir por aquél agujero. Sangre en grandes cantidades cubrían su ropa deportiva, el cuerpo del chico cayó al suelo. Me giré hacia Thanner, deposité mi lindo puño en su nariz haciendo que cayera al suelo, por otro lado el castaño ya se encontraba huyendo y lo dejé ir por el simple hecho de que parecía obligado a venir aquí, cerré los ojos apareciendo detrás del pelirrojo. Arrebaté el cuchillo de sus manos y lo clavé a través de él.

Tomé el cuerpo del chico y cerré los ojos concentrándome para aparecer en mi apartamento, con rapidez tomé el mismo cuchillo que cargaba en la otra mano arrancando su camiseta empapada de sangre que empezaba a secarse.

Bueno, el ejercicio por las noches dio resultado. Su pecho estaba bien trabaja... ¡Concéntrate Gracell!

Despejé mi cabeza sacudiéndola, puse una mano sobre su pecho concentrándome. Su cuerpo apestaba a muerte pero su alma todavía no se iba. Coloqué velas alrededor de la cama, un círculo de sal y dos casos de agua. Cerré los ojos y levanté un dedo para apagar las luces del apartamento, concentré mi poder y elevé mi cara brevemente.

Omnes animae bona seu mala, caelum et infernum. Animae cecidit abstulit rogo eum. Eieci te corpus reverti, Eieci te corpus reverti ¡Eieci te corpus reverti!

Grité sin fuerzas, esperé y esperé pero nada sucedió, bueno, al menos había intentado algo. Se levantó de la cama pegando un grito ahogado que me hizo saltar del susto. Tomaba su cuello tratando de encontrar la falla, pero no había nada, por lo menos ya no. Su cara horrorizada y perdida proyectaba tanto; miedo, angustia, confusión. Sonreí sin ninguna fuerza en mi cuerpo.

—Bienvenido de nuevo. —Fueron mis palabras antes de desplomarme en el frío suelo.

Princesa Híbrida© | #1 |Where stories live. Discover now