Capítulo 2. "Esperanza"

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- Sí, sí... - Respondo aún un poco desorientada - No ha sido nada.

- ¿Otra pesadilla? - No sé por qué, me sorprendo al escuchar a mi hermano, que ha levantado la vista del papel.

- Más o menos - Pero, al ver sus expresiones interrogativas, añado: - Recuerdos.

Me levanto del sofá.

- ¿ Adónde vas?

- Solo quiero salir un poco, mamá, no me va a pasar nada.

Cierro la puerta de la casa con cuidado y me siento en los escalones del porche. Sopla una leve brisa seca.

En frente, dos casas a la derecha, una niña pequeña juega con una pelota, haciéndola rebotar en la pared con su escasa fuerza. Es rubia, con el pelo por la barbilla, bajita, delgada y parece tener siete años.

Parece notar que la miro, porque se gira y camina arrastrando los pies por la grava hacia mí.

Más de cerca veo sus grandes y expectantes ojos azules.

No sé apenas nada de ella. Es la hija  de uno de los vencedores de hace más de veinte años. Al creer que estaba de parte de los rebeldes, el Capitolio lo torturó, lo cual - sumándole los juegos - ha dejado en él grandes secuelas irreparables. Lo único que se sabe ahora de él es que está muy enfermo. Le compadezco. Loco y enfermo. No sé cómo puede aguantar su mujer estar en aquella casa. Pero, el amor es fuerte, y hay casos en los que con eso basta. La hija apenas sale, es como si estuviera encerrada en su casa y a sus padres tampoco se les ve nunca en público.

Está a medio metro de mí cuando le sonrío amablemente.

- Hola - Dice con vos fina y cantarina.

-Hola - La saludo lo más dulce que puedo.

- ¿Cómo te llamas?

-Deanne, ¿y tú?

- Tara.

- Encantada, Tara.

- ¿Por qué estás aquí sola?

- No lo sé.

- ¿Quieres jugar conmigo? - Es tan inocente que no dudo mi respuesta.

- ¡Sí, me encantaría!

Tara no duda un momento, me agarra con sus finos dedos la muñeca y tira de mí hacia su casa.

- Mira, tienes que lanzar la pelota tan alto como puedas y muy, muy, muy fuerte, Entonces yo la cojo y hago lo mismo.

Después de un >, Tara lanza la pelo con fuerza, aunque no sube más de dos metros. Cuando rebota, yo ya estoy preparada para cogerla y lanzarla.

Se escucha el cerrojo de una puerta y una cabeza asoma tras el chirrido de la puerta al abrirse.

- Tara, entra ya en casa - Es una voz fuerte y ronca, cómo si no se usara mucho.

Me giro y veo en el umbral a un hombre alto, delgado y pálido cómo el papel. La piel le cae de todos lados, blanca y sin vida, remarcando sus huesos. El poco pelo que le queda es gris, con atisbos rubios. Sus ojos son grandes, oscuros y acuosos.

- Vaya, la chica la loca.

- No estoy loca - digo antes de pensar qué decir.

- Todos dicen que lo estás -Me encojo de hombros sin saber qué decir.

- S-sí - Mi voz comienza a temblar al escuchar ese nombre.

- Entonces ya te habrás dado cuenta de qué tienes que pagarla para que te deje en paz, ¿no? - Arrastra las palabras para el final dejarlas caer.

- ¿Q-qué tengo que pagarl-le?

- No te asustes, niña. No de mí - Mira a los lados de la calle como si esperara que hay alguien espiándonos y me dice: - Ven.

Me sobresalto al escucharle, ¿habla en serio? Veo que me mira esperando una reacción por mi parte, por lo que decido ir, aunque no sé  muy bien por qué. Tal vez porque es alguien como yo, torturado y manejado a voluntad del poder.

Cuando llego a su lado, extiende su mano blanca y llena de arrugas.

- Soy Howard Brown.

Estrecho su mano y la siento fría.

- Deanne, Deanne Delaney.

- Te conozco, chica, te conozco - Ríe amargamente-. El nuevo juguete del Capitolio.

Me recorre un estremecimiento de arriba a abajo. Sé que es verdad.

Se aparta y me deja pasar.

Escucho la voz de tara de fondo, hablando con alguien, ¿cuando ha entrado?

- ¿Qué querías?

- ¿Yo? - Pregunto, atónita- Pe-pero... SI era usted...

- Ah, sí, sí -sacude la cabeza y cierra los ojos-. Pérdida de memoria a corto plazo - Se escusa.

Se frota las sienes con los dedos. Me quedo en silencio y observo la estancia. Es un salón decorado con colores térreos. No me recuerda en nada al mío o al de Sly.

- Bien. Creo que deberías saber que... bueno, ¿cómo decírtelo? Snow no hace todo esto solo para tenernos controlados. No se tomaría tantas molestias, para eso pondría a agentes de la paz a nuestro alrededor con sueros todo el tiempo. Pero no. Snow quiere algo. Y ese algo es una información que solo puede saber él.

Se calla y espero a ver si sigue hablando, pero no lo hace.

- ¿Y que es?

- Información.

- ¿Qué tipo de información?

Se acerca a mí de forma confidencial, coloca una mano al lado de mi oído y susurra:

- Katniss Everdeen - Dice lentamente, articulando cada letra.

- Pe-pero... Si ella está muerta. Snow se aseguró de matarla.

- Snow busca eso, Deanne. Y si lo busca es por algo.

Me quedo conmocionada. Me gustaría poder decir que simplemente está loco y no sabe lo que dice, pero no es así. O simplemente no quiero que sea así.

- ¿Usted que cree?

- ¿Mmm?

- Katniss Everdeen, ¿está viva?

- Está viva -Asegura-. Y sigue luchando como el primer día.

Siento energía salir a flote en este mar de depresión que es mi interior. Siento curiosidad y esperanza, esperanza de encontrar la forma de poner fin a las torturas, de coger mis propios hilos.

Suelto una carcajada sin ser consciente.

- ¿Cómo puedo encontrarla?

Pone un dedo encima de mi pecho, bajo la garganta y presiona un poco.

- Cuando lo sepas, dímelo, iré contigo. Quiero conocerla y morir luchando contra Snow. Es hora de poner fin a su poder tirano - Respira hondo-. ¿Sabes? Me recuerdas a ella.

Ríe como un loco y río yo también. Puede que, después de todo, solo seamos dos locos. Pero, aun así, respondo:

- Esperanza.

Internal struggle. Lucha interna. [LOSS II] (Cancelada)Where stories live. Discover now