Capítulo 21: "Una verdad que duele"

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   Lo miré unos segundos algo pensativa y acepté su ayuda.


—¡Está bien! —dije al resignarme, manteniendo todavía mi indiferencia.


   Su ayuda me había servido y más cuando yo no sabía nada de automóviles.


   Y desde entonces había pasado tanto tiempo.


   Es irónico pensar como la vida te enseña a no juzgar a los demás por lo que te hizo alguien. Y mucho más si ese chico que ha aparecido para "salvarte de un mal momento" era una versión de Channing Tatum más joven. Tan guapo o más que aquel que te había roto el corazón en el pasado.


   Lo sé... No es necesario que me lo digan. Puedo saber lo que piensan, aunque no pueda mirarles. Me caerían encima o me lanzarían por las primeras escaleras visibles, si la posibilidad del lanzarme al tren estuviese descartada de sus cabezas.


   Tiempo en que aquellos encuentros inesperado con él en la biblioteca o en algún pasillo de la universidad, hizo que de ser conocidos, nos convirtiéramos en buenos amigos y luego novios. Una decisión de la cual jamás me arrepentiré. Robert ha sido el mejor regalo que la vida me ha dado.


   Y he comprendido lo cierto que era el poema que encontré una vez en Youtube de Igor Oro, llamado: "Heartbroken".


   Tomé mi bolso y salí de mi habitación. En aquel entonces vivía en una de las residencias del campus.


—Hola... Disculpa por haberte hecho esperar...—dije al verlo recostado del umbral de la entrada.

—La espera ha valido la pena...—sonrió con picardía al abrazarme y besarme.

—Si sigues así, llegaremos tarde...—expresé con un tono travieso.

—Tienes razón... Y nos matarían a ambos.

—¡Exacto!


   Caminé junto a él hacia donde nos esperaba el bus que nos llevaría a la universidad del Sur de California (USC). A la universidad donde estudiaba Harold. Mi pasado.


   Me senté a lado de Robert y me recosté en su hombro derecho.


—Esta noche iré con los chicos al nuevo club que abrieron, ¿nos acompañaras? —me preguntó esperando que aceptara. No era de las que soliera salir de noche. Más bien era de las que me gustaba estar, después de salir de mi trabajo, en mi habitación. Aunque eso implicara tener que a veces saber que mi sueño sería interrumpido por mi compañera de habitación. Quien sí solía salir de noche.

—Mmm...Creo que hoy haré una excepción en mi agenda...

—Te prometo que si tienes tarea pendiente, te ayudaré con ellas el fin de semana, aunque no entienda de literatura u otras de tus materias. —dijo y me besó con ternura.

—Sí es así, con tal propuesta, ¿cómo puedo quejarme?


   Llegamos a aquel campo universitario de la universidad del Sur de California. A lo lejos pude ver a Harold mirar hacia donde nos encontrábamos las chicas y yo antes de hacer nuestra rutina. Aunque no podía mirar sus ojos, sentía su mirada. Podía sentirla a pesar de la distancia.


   Y realmente no me importaba.


   Yo había seguido mi vida y él ya no formaba parte de ella.


Harold:

   La miré hacer sus rutinas junto al grupo de porristas de las que ella formaba parte.


—Son buenas...—me había expresado Nathan con picardía al reconocer a Ariana en medio de la multitud y saber que la miraba a ella y no la rutina de aquel equipo de porristas.

—Nuestras chicas son mejores...—expresó Steven en defensa de las porristas de nuestro equipo. Sin saber aquella verdad que estaba entre líneas invisibles.


    Aquel día habíamos sido nosotros los que habíamos ganado con un touchdown de mi parte. Aunque he de admitir que el novio de Ariana era un buen receptor y casi nos impide aquella oportunidad de ganarles. Pero ese día yo no estaba dispuesto a perder en mi campo.


   Lo vi asentir y aceptar aquella derrota. Realmente me asombraba. Podía ser tan amable aún en momentos como ese.


—Si supieras la verdad... De seguro ni te agradaría ni lo más mínimo...—pensé en mi silencio, al mismo tiempo que mi equipo celebraba y él se unía al suyo.


    Vi a Ariana unirse a él y abrazarlo y luego salir de aquel lugar. Me dolía el corazón porque aquello me había hecho ver muy tarde mi propio arrepentimiento.


   Sí, había sido joven, pero no ingenuo cuando hice lo que hice. Vi el dolor que le causé y no intenté remediar mi error, sino que seguí con mi vida. Nunca que llegaría a sentir ese vacío que ahora vivía. No pude ver antes que realmente la amaba y había huido de ese sentimiento al no querer admitirlo. Ahora la realidad se estrellaba en el suelo. Había estado tan equivocado todo ese tiempo. Me dije que estaríamos mejor de esa manera. Cada uno siguiendo su propio camino. Era tiempo de seguir adelante.


     Y lo que hice fue engañarme a mí mismo.

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Aquí de nuevo yo... Actualizando. Espero que les guste este nuevo capítulo. El vídeo que coloqué es el poema que mencione. Lo encontré y me gusto colocarlo en el pensamiento de Ariana. Saludos...

Dije que te amaba... Pero mentíWhere stories live. Discover now