Lo mejor para Esteban

Start from the beginning
                                    

—Maldito, te haré pagar por todo.

—Ya está —dijo la pelirroja al pararse a su lado.

—¿Qué sucedió? ¿Qué te dijo?

—Ahora ya sé la verdad.

—¿Entonces?

Susana sonrió con sinceridad y le abrazó a la pelirroja.

—Esteban me ama. Me ama tanto como yo a él —dijo mientras empezaba a llorar.

—¡Oh, me alegro por ti! ¿Qué esperamos? ¡Vamos a decirle!

La pelirroja abrió sus ojos como platos. No había pensado profundamente en lo que sería ver a Esteban y contarle la verdad. ¿Y si le rechazaba por no ser normal? ¿Y si no quería al bebé? Se retó a no pensar en cosas negativas, Esteban iba a tener que tomar una decisión y ella la respetaría.

—¿Crees que debería decirle ya?

—Por supuesto. Ponte en su lugar, tú querrías saber la verdad lo antes posible.

—De acuerdo —respiró hondo—. Pero preferiría hacerlo sola. Necesito estar sin presiones.

—Te entiendo. Yo iré a arreglar nuestras cosas.

—Gracias.

:::

—Me encanta cuando Esteban me mira con el entrecejo fruncido, se ve tan masculino y me hace estremecer —leyó del diario de la pelirroja.

Sonrió, desde que se habían conocido, ella no había dejado una sola página sin mencionarlo. Se acordó de las primeras líneas de cuando se conocieron.

Querido diario:

Esta noche Cristina me presentó a su hijo, Esteban DelValle. Mentiría si dijera que no me parece atractivo, pero eso no es lo que ahora me lleva a nombrarlo aquí, sino su personalidad. Cualquiera podría decir que es muy serio y arrogante para su edad, pero yo no estoy convencida. Logré ver sus hermosas medias sonrisas que me hacían olvidar que debía respirar para seguir viviendo. Sus ojos... ¡Por Dios! Esos ojos son los más enigmáticos que jamás he visto. Su mirada es tan directa que parece poder ver mi alma y leer mis pensamientos. No sé lo que siento, pero me gusta. No tuve que fingir, pudimos hablar de varios temas y todos interesantes. Ni siquiera me di cuenta de que Cristina se había retirado. Era como si nosotros fuéramos los únicos habitantes del mundo. ¿Le habré impresionado como él a mí? ¿Qué pensará de mí? Ojalá y no que soy como algunas modelos que no tienen sentido común y se jactan de su cuerpo. No puedo dejar de pensar en él. ¿Me habrá hechizado?

No pudo seguir leyendo porque escuchó el timbre de la puerta principal. Con enojo, se levantó de la cama. ¿Quién podría ser a esas horas de la noche? Abrió la puerta principal y su entrecejo se frunció aún más. No había nadie afuera.

Seguramente había sido uno de esos mocosos insolentes del vecindario que disfrutaban molestando a los vecinos que tenían timbre. ¡Niños desobligados y maleducados! Miró el cielo cuando un relámpago se hizo visible. Sería una noche difícil para la ciudad, a leguas se notaba que una tormenta se desahogaría sobre la capital.

Y cuando iba a cerrar la puerta, las gotas empezaron a estrellarse contra el piso. Sonrió de medio lado, el tiempo era predecible. No solía fallar en sus pronósticos. Con más calma, volvió a lo que estaba haciendo. Pero no pudo tomar el diario de la pelirroja porque la vio parada frente a su cama, con la foto de los dos en las manos.

—Te gusta recordarme —comentó mientras dejaba el portarretrato sobre buró.

—Es mi nuevo pasatiempo —dijo desconfiado.

Conexión CarmesíWhere stories live. Discover now