Dieciocho.

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// Parte I: Zara //

Sábado.
(8 días para la boda)

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Una palabra corta.

Una de las palabras más grande de todas.

Zara no estaba familiarizada con el sentimiento de 'miedo', porque el 'miedo' era una de esas cosas que no había sentido con asiduidad en toda su vida.

De hecho, tan sólo recordaba tres episodios claros en los que había sentido miedo:

La primera vez: cuando su hermano tuvo un accidente fatal y casi perdió la vida, con diecisiete años.

La tercera: la noche en la que supo que su tía Isabella había fallecido.

(La otra, la segunda -por supuesto- se resumía en pocas palabras: Noa, sus ojos grises y el aeropuerto principal de la ciudad de Roma.)

Bien: pues aquella era la cuarta vez.

Zara Van der Miles llevaba tres días sin dormir en absoluto. Noa apenas les dirigía unas palabras a Carol y a Gus -que pringó por defender a su hermana, claro- y para Zara tan sólo quedaban los 'buenos días' y 'buenas noches'.

La chica rubia estaba asustada, pero de verdad.

Aquella mañana de sábado, cogía una botella de cerveza, con sus dedos temblorosos, y miraba fijamente al cielo cuando los primeros rayos de sol aparecían tímidamente. Sin embargo, se preguntó si la mañana tardaría demasiado en llegar o no, porque el amanecer estaba siendo pesado, largo y lento.

El miedo causaba la impaciencia, tal vez. Como que quería que el tiempo pasara rápido.

Zara esperó, realmente, que aquella sensación de mierda desapareciera con el paso de los días.

Pero tiempo y miedo nunca habían sido buenos amigos.

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Para Zara, Noa era uno de esos tesoros incomprendidos a los que la gente solía mencionar cuando hablaban del significado de la vida. Tal vez ella era la única que podía verlo -debajo de toda la fachada de la chica difícil, desagradable y extremadamente cambiante que era Noa Chamberlain- era Zara, pero le era suficiente.

Por eso, a veces, la contemplaba. Se pasaba largos ratos mirándola, sin hacer nada más -y Noa siempre la había dejado hacerlo, claro, pero Noa en aquél momento estaba enfadada y Noa enfadada era menos amable.

"Deja de mirarme de una vez."

Zara tiró de honestidad. Siempre había sido una chica sin pelos en la lengua, Noa lo sabía y aquello no iba a cambiar por mucho que quisiera a la chica de cabello castaño.

"No puedo creer que estés realmente enfadada con Carol."

Noa se volvió sobre la cama y la miró, y entonces Zara supo que había presionado los botones equivocados. Mierda... Bueno, por lo menos parecía que iban a hablar, lo que ya era un paso muy importante.

"Y también estoy empezando a estar muy enfadada contigo ahora mismo."

Zara tan sólo le echó un vistazo a aquellos profundos ojos grises para ver rabia y enfado.

La Diversión Viste De Rojo 👠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora