Por Siempre (ETERNIDAD 2) (chico x chico)

Capitulo 17

La atmósfera mientras desayunaban era tensa. Yui no pronunció palabra, ni siquiera escuchó a su padre hablar por teléfono mientras conseguía llenar su taza de café y aún con el teléfono en la mano se sentó en la mesa, en medio de la ridícula distancia que Kou y él se habían impuesto para evitar tener que rozarse por accidente.

Yui miró de reojo el rostro de Kou. Tenía la mejilla ligeramente inflamada y la zona herida del labio había adquirido un tono amarillento rodeando la pequeña herida.

No se sentía culpable. Su rostro no tenía mucho mejor aspecto pese a que no había recibido ningún puñetazo. Con los ojos hinchados y enrojecidos y la piel extremadamente pálida, las ojeras que se perfilaban alrededor de sus ojos no ayudaban a darle un aspecto saludable precisamente.

Desvió la mirada hacia su padre, quien seguía atento a la llamada mientras apuntaba algo eficientemente en una tablet y de vez en cuando agarraba el asa de su taza, sin llegar a llevársela a los labios.

Yui apartó su propio desayuno, incapaz de llevarse nada a la boca. Tenía el estómago destrozado pero no saber nada de Asaki desde entonces comenzaba a desesperarle. Necesitaba contactar con él, necesitaba explicar que las palabras de Kou eran mentira, que no tenían nada que ver con él y si no conseguía contactar con él por teléfono siempre podía ir a verlo a los estudios de grabación... Sintió la mandíbula rígida. No podía ir a verlo al trabajo. ¿Pretendía dar un numerito delante de todos los compañeros de Asaki?  Sabia que no podía aparecer en los estudios e importunar al modelo cuando posiblemente no querría ni verle la cara.

Apretó los puños bajo la mesa, manteniendolos aferrados contra su muslo y le lanzó una airada mirada a Kou quien tampoco había probado su desayuno y jugueteaba con la cuchara del café, removiendo el espeso líquido distraído.

Irritado, Yui se levantó de la mesa y agarró su desayuno intacto dispuesto a tirarlo a la basura pero su padre apartó el móvil de su oreja, llamando su atención.

—No salgas hasta que no hayamos hablado.

—Estás ocupado —dijo Yui con suave aspereza.

—Siéntate, Yui.

Yui hizo una mueca de disgusto y aunque estuvo tentado de dejar los platos sobre el fregadero de malas maneras y largarse, regresó finalmente a su sitio, sentándose pesadamente y devolviendo la mirada a Kou que lo había estado observando mientras hablaba con su padre.

Pero pese a la insistencia de su padre, éste no dejó el teléfono, ni le presto atención y estuvo tentado de volver a levantarse y marcharse cuando su padre, mirando a Kou y dándose cuenta de que no había probado su desayuno, apartó el teléfono y se inclinó hacia él.

—¿No tienes hambre?

Yui miró ese intercambio de pocas palabras con un amargo sentimiento que le corría el estómago. Sabía lo que era, lo reconocía y no se sentía mejor por conocer que lo que le carcomía en ese instante era envidia. Apartó la cabeza para no seguir mirando y recordar el tiempo cuando su madre aún vivía. Nunca lo habría creído posible pero ahora se sentía más solo y perdido que cuando al poco tiempo de morir su madre, su padre comenzó a pasar más y más tiempo fuera de casa hasta desaparecer casi por un año y su hermana había decidido fugarse enamorada. Habían sido tiempos terribles pero al menos había contado con Isahi y Tamaka y el tiempo había ido cerrando esa herida de su vida, se había acostumbrado a la soledad y había creído que algún día recuperaría al padre que una vez tuvo y que su hermana regresaría e hija y progenitor harían las paces y todo volvería a ser un poco como antes... Su padre había regresado pero no era él quien lo había recuperado. Ahora tenía otra familia, otras personas a quien quería y era evidente que no las acababa de conocer. Él había estado excluido de todo eso y ahora no podían pedirle simplemente que fingiera que todo era normal, que nunca había existido ese espacio de tiempo en el que el agujero negro de la soledad no le había engullido en aquella casa vacía gracias a sus amigos.