Una y un millón de veces ♡

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16 de Mayo del 2017:

Las horas pasaban como años y los minutos parecían eternos;  ella no dejaba de mirar el reloj de su celular, aún teniendo uno muy elegante colgando en su muñeca; estaba desesperada pero mucho más ansiosa. Quería que todo saliera perfecto, pero no le quedaba más que confiar en sus instintos y tratar de relajarse mirando aquel amplio azul primaveral. Total fracaso.

Vamos... ¿Porqué no puede detenerse el tiempo? —pensó casi mascullando para sí misma. El movimiento frenético de su pie deseando que todo fuera más rápido la estresaba, sin embargo, trataba de respirar profundamente para controlarse. En sus intentos, miraba la pantalla de su smartphone y sonreía involuntariamente al encontrarse una foto de él; la tenía de fondo de pantalla para ver aquella hermosa sonrisa que tanto amaba, cada vez que desbloqueaba aquel aparato. Ese azul en sus ojos lograba distraerla un poco de donde realmente se encontraba, sin darse cuenta que todo empezaba a detenerse.

[...]

Muy bien, todo está marchando como debe ser —suspiró sonriente al tomar lo necesario antes de emprender su camino.

—Tranquila, todo saldrá bien —una profunda voz le respondió. La misma voz que le encendía las emociones y era capaz de calmar las más estruendosas aguas de sus pensamientos. Justamente lo que ella necesitaba.

Eso espero —añadió con una cálida mirada un poco más tranquila al chocar «el cielo con el atardecer».

[...]

Una última revisada a su lista de pendientes bastaría para darse cuenta si ya era el momento. Sus contactos le habían mencionado que se encontraba fuera, en un lindo y no tan formal restaurant, siendo específicos. No podía ser mejor. Todo estaba en su lugar,  las miradas esperaban la última llamada mientras se paseaban platicando con una copa de burbujeante champagne en mano.

¡Es hora! —comentó emocionado uno de ellos. Todos tomaron su lugar, y en cuando la puerta se abrió, todo empezó...

 Todos tomaron su lugar, y en cuando la puerta se abrió, todo empezó

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¡¡SORPRESA!!


Ver la emoción plasmada en el rostro de su pequeño Joey, era algo que quería recordar para siempre, no tenía precio, amaba verlo así. Había planeado esto desde hace días, y sin la ayuda de sus cómplices no había sido posible; no se puede organizar una fiesta sorpresa desde Londres. El Jet privado fue la cereza del pastel para poder lograr su plan, los llevaría hasta California sin demorar tanto, y ella hubiese hecho todo lo posible, y hasta lo imposible, para celebrar juntos el cumpleaños del 'motivo de sus sonrisas'. Así tuviese que convencer al amor de su vida para suspender aquellas vacaciones por unos días, porque la felicidad de aquel chico de hermosos ojos, valía la pena una y un millón de veces.

SoyJoeyGraceffa

¡Feliz Cumpleaños, amor mío!

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