"Ojalá yo fuera como Link, y pudiera ser valiente y enfrentarme a esos matones" Yo me sentía incómodo en estos casos, no sabia que decirle.

Todos en clase sabíamos lo de los matones. Quería ayudarle pero no era lo suficientemente fuerte como para enfrentarme a alguien como Matt. Unos dos días después, antes de entrar a clase estuve con Ben mientras jugaba al juego. Guardó la partida y dejo de jugar justo en la parte del Chico Calavera. Ese mismo día, después del descanso entre clase y clase, Ben vino a buscarme desesperadamente. El juego había desaparecido de su mochila y estaba seguro de que había sido Matt o alguno de sus secuaces. Es más, me dijo que vio a Matt rebuscar en su mochila durante el descanso. Acompañé a Ben a la sala de profesores y buscamos a nuestra profesora. Estuve con él mientras le contaba lo ocurrido.

Después de eso explicar el suceso, fuimos a buscar a Matt y entramos en una clase vacía. La profesora miró en la mochila de Matt, y sacó un cartucho del cual había sido removida la pegatina del juego. A decir verdad, no sé que hacía yo con ellos, pero a Ben le reconfortaba que su mejor amigo estuviera con él en ese momento. La profesora preguntó a Ben si estaba seguro de que había sido Matt, y él dijo varias veces:

"¡Yo lo ví!"

Oí algo que, sinceramente, no quise haber escuchado. Cuando Ben dijo que había visto a Matt, éste murmuró: "Ten por seguro que no vas a volver a verlo". Lo dijo con una voz tan fría que se me heló la sangre por un segundo.

Miré de reojo a la profesora y a Ben, y me dio la impresión de que no lo habían escuchado. La profesora le devolvió el juego a Ben y tanto ella como Matt se fueron a hablar con el director del colegio. Al parecer, iban a ponerle un castigo. Ben todavía estaba preocupado de que a la salida de clase le dieran su habitual paliza y le volvieran a robar el juego, así que me pidió que lo guardara y esa tarde llevara el juego a su casa, que me llamaría al llegar para decirme una hora exacta. Acepté. Al salir de clase, él tomó el camino habitual para ir a su hogar y yo fui a la mía como normalmente hacia. 

Normalmente Ben llegaba a casa antes que yo, ya que yo tenía que pasar por el trabajo de mi padre para que me diera las llaves de casa, y la paliza que los tres matones propinaban a Ben todos los días no duraba más de 10 minutos, así que esperaba oír el teléfono justo al abrir la puerta, pero no. Pasaron diez minutos, veinte, treinta, y no llamaba. Me preocupé, por si lo habían dejado inconsciente al pegarle esta vez, pues como ya dije antes, a veces se propasaban. Pero nunca llegué a imaginar lo que sucedía. Salí corriendo hacia la casa de Ben con el juego en la mano, y justo antes de llegar, en la orilla del lago que había frente a su casa, oí unas risas, algunos gemidos y algún que otro grito. Ben vivía en las afueras y nadie solía pasar por allí, así que me extrañó oír jaleo. Busqué con la mirada y entonces, lo vi. 

Aquellos tres matones estaban pateando algo, algo que estaba tirado en el suelo. Después de forzar un poco la vista, vi que era Ben, quien emitía gemidos de dolor y se cubría el rostro con las manos. El miedo me paralizó, y me quedé quieto, observando. Vi que Matt cogió un palo de madera y le gritó a Ben:

"Decías que me viste coger tu asqueroso juego, ¿no? Tranquilo, ¡No vas a volver a ver nada!" Entonces alzó la mano e hincó el palo en el ojo derecho de Ben.

No pude contener el gemido y unas lágrimas salieron de mis ojos mientras Matt sacaba el palo y lo clavaba con fuerza en el otro ojo de Ben. Caí de rodillas sobre el asfalto y vomité mientras oía los gritos de desesperación de Ben. Quería acercarme, pero la sensación de miedo que me recorría el cuerpo me lo impedía. Levanté la vista, me sequé las lágrimas y al ver con más claridad, noté que todo estaba lleno de sangre. La ropa de Matt y el rostro de Ben estaban manchados de una sustancia roja que salía a borbotones por sus ojos. Y entonces lo oí. A pesar de estar a 10 metros de ellos, oí a Ben decir con una voz entrecortada:

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