Cuando ve que no contesto y lo miro con ojos de pistola, se acerca más a mí y coloca ambas manos a cada lado de mi cara–. Lo siento, nena. Estaba... ocupado. 

–Es lo que me dijiste –le digo molesta. Pero lo que me desconcertó es que lo dijo como si estuviera dudando. 

–Mira, Dastan –. Nicole le enseña una escultura de un lobo que le ayudé a hacer–. Esta la hice para ti. 

Dastan me ve con una mirada suplicante y mi corazón se ablanda de nuevo, es hora de que deje de ser una perra. Le doy un rápido beso en sus labios que lo hace sonreír y vuelve toda su atención a Nicole. Le empieza a mostrar todo lo que hizo y él la escucha con atención, haciéndole comentarios que hacen que los ojos de ella brillen de felicidad. 

Entonces Bruno va a donde está su papá, quien le da algo. Luego regresa, se acerca a mí y me jala del sweater para llamar mi atención–. ¿Qué pasa? –le pregunto cuando me inclino para estar a su altura. 

–Quería preguntarte si le puedo dar esto a Nicole –. Entonces me enseña un pequeño paquete envuelto. 

–Claro que sí, Bruno. Apuesto a que le encantará. 

Él sonríe y va a donde está Nicole y le entrega el paquetito. Ella se pone súper contenta y lo abraza y Bruno se pone rojo como un tomate. Después se dedica a romper la envoltura llena de entusiasmo mientras Dastan vuelve a mi lado. 

–Bruno está volviendo a ser el de antes. Al menos con Nikky –me dice, mirando a los niños. 

–Lex me contó que es algo tímido. 

–No lleva bien lo de sus papás. Pero es un buen niño. 

–Se nota que te quiere mucho. 

–Y yo a él, es como mi sobrino. A Lex lo considero un hermano. Por cierto, ¿dónde está ese idiota? Siempre está con Kaa y ahora no sé dónde se metió –dice, buscándolo con la mirada. 

–Ahí –. Señalo el lugar a donde Bruno fue hace rato con él, pero me doy cuenta que ya no está–. Bueno, estaba. 

–Está actuando raro. Me llamó varias veces cuando estaba en Dubái. Siempre estaba enojado.

–Tal vez le contagiaste tu mal humor –le digo mientras volteo a ver a donde está Kaa, que platica con un tipo bastante apuesto. Supongo que poniendo en practica lo que le aconsejé. Eso tendría más sentido con respecto al supuesto mal humor de Lex. No puede evitar sonreír. Sé que al final él se esforzará por ella. 

–¿De qué te ríes? –me pregunta Dastan con humor. 

–De nada. ¿Cómo te fue en Dubái? 

Él se enoje de hombros–. Bien, pero me hubiera gustado que fueras conmigo, habría hecho todo más divertido –. Se pone detrás de mí y me abraza por la cintura.

–Te gusta que sea tu payaso, ¿eh? –le digo recargando mi cabeza en su pecho. 

–Claro, ya te dije que eres la payasita más bonita. 

–¿Y cómo le hiciste para entenderles? ¿Había traductores, o hablaron en inglés? 

–Ninguna de las dos, aunque bien podríamos haber hablado en inglés, pero les da más confianza cuando hablo en su idioma –. Aunque no lo estoy viendo, sé que está sonriendo. 

Me despego de él y giro para verlo–. ¿Cuántos idiomas hablas, Dastan? 

–Ocho –. Mi boca cae abierta hasta el suelo por la sorpresa y él sonríe–. Neerlandés, inglés, español, árabe, francés, italiano, alemán, y un poco de portugués. Es el qué me cuesta más trabajo. Y quiero aprender mandarín. 

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