—Sé que te gusta, y vengo a decirte lo siguiente—se me acercó—. No he venido a quitártelo como guardián, ni nada por el estilo, ni a formar una pelea, soy una mujer adulta, y tú solamente eres una niña, de todas formas él no te tomaría en cuenta, créeme lo conozco, tú eres com...—la detuve.

—No hables tan rápido, por favor. No me das el tiempo de ignorar todo lo que dices.

Ella me miró muy mal, y frunció el ceño enojada.

—Malcriada— dijo, y se dirigió hacia la puerta.

—Me han dicho cosas peores— murmuré.

Iba a bajar para la cocina a comer algo, pero antes me puse a pensar en lo que dijo la mujer esa, ¿Gustarme Adam? Dios, creo que tal vez, sólo tal vez la cabello de acero tenía algo de razón, y es que era algo imposible que no sintiera nada por él, el hombre era como un arma mortal. Su belleza era única y singular, jamás había visto a alguien como él, era hermoso y parecía un maldito Dios griego. Y me trataba como nadie más lo hacía.

Y no hablaba de algo bueno, ya que nadie me había tratado tan mal como él. Él inconscientemente me hacía pagar cada uno de mis pecados.

Jamás en mis diecisiete años alguien me había hecho tantos desplantes, y me había dado órdenes, o me habían tratado mal, jamás. Y supongo que el hecho de que él lo haga me llamaba la atención, demasiado. Creo que sí, creo que tenía algo de razón. Creo que sí me gustaba Adam, suspiré. Sus besos, diablos, eran los mejores besos que había dado en toda mi vida, sin exagerar.

El más mínimo hecho de sentir algo por él me destruiría, lo sabía.

Y sabía que era por su forma de tratarme, llevaba casi un mes con él y este jamás me había dicho algo bonito, o siquiera algo bueno. Era una maldita masoquista. Jodido corazón, escogió al más idiota de todos. Pero supongo que de eso se trata esto.

Me adentré por fin en la cocina, pero las voces de la chica que había invadido mi cuarto minutos antes me detuvieron.

—Ella es así, no hay nada que hacer para cambiarla, créeme—escuché a lo lejos. La cocina tenía mucho eco y sabía que eso algún día sería bueno para mi. Me acerqué un poco más.

Parecía una ladrona, y estaba en mi propia casa. Estaba oculta detrás de uno de los muebles, asomé unos segundos sólo para darme cuenta que ella y Adam estaban tomando el té.

¡Maravilloso! Tomaban el té cuando las lecciones de defensa personal debían de comenzar hace más de quince minutos.

—Lo sé, pero no entiendo, ¿Cómo puede una persona ser tan presuntuosa, tan necia?, ya tiene diecisiete años, debe de centrarse un poco más con lo que dice, ya no es tan niña. No puede ser tan pesada con gente que no conoce sólo porque a ella le parezca que está bien.

Sabía que estaba mal escuchar conversaciones ajenas, pero en lo que a mi concierne ellos estaban hablando de mi, lo que me daba todo el derecho del mundo de oír lo que decían.

—No lo sé, ella es algo insufrible—Adam suspiró, y juro que eso dolió mas de lo que me hubiera gustado.

—Ni siquiera es bonita, ¿Por qué es así de egocéntrica? No lo entiendo. Creo que es porque se le ha dado todo en la vida.

Adam suspiró otra vez.

—No se juzgar su belleza, ni tú ni yo deberíamos hacerlo. Caemos en lo mismo—le dijo, y sólo me sentí un poco mejor—, pero sí creo que ella tiene problemas de actitud muy severos, y no sé si pueda aguantar mucho más.

—Creo que le gustas sólo por el hecho de que no te puede tener—ambos rieron.

—No creo que le guste, y aunque así fuera, ni aunque ella me lamiera los pies, o naciera de nuevo la tomaría enserio o estaría con ella, es demasiado... no lo sé. Demasiado insoportable, demasiado malcriada e irritante. Es una chica sumamente insoportable, enserio. No eres a la única persona que le ha molestado, llevo casi un mes con ella y me estoy volviendo loco.

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