T r e s

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Escuchar su nombre por primera vez desde hace bastante tiempo—aproximadamente seis meses—hizo que se formara un nudo en mi garganta.

Las cámaras, los invitados, Sully, incluso las personas detrás de escenas estaban esperando mi respuesta. Sus miradas no la apartaban de mí, incluso cuando voltee hacia otro lado no dejaban de poner toda su atención en mí.

—Martina, ¿Qué paso con—la interrumpí.

—Nada, no pasó nada.

—Pero ya no hemos sabido nada de ustedes dos. ¿Acaso ambos están peleados? ¿O ya terminaron? Todos queremos saber, no es justo que nos dejes asi.

—No estoy aquí para hablar de mi vida amorosa.

—Pero...—la vuelvo a interrumpir.

—Sí, ya no estamos juntos.

Siempre es lo mismo en cada uno de los programas y shows que me invitan.

¿Qué paso entre ustedes? ¿Ya terminaste con Jorge? ¿Por qué terminaron? ¿Fue acaso por su accidente? ¿Acaso lo dejaste por estar en una silla de ruedas?

Todas esas preguntas a diario me la preguntan y lo malo de todo es que no sé qué decir. Fans, familia, amigos, personas que no conozco; todas y cada una de ellas preguntan lo mismo desde hace medio año.

Ya me canse de esto.

Para mí es muy difícil borrarlo de mi mente si me lo repiten a diario.

No puedo curar las heridas que dejo y lo más doloroso es que no puedo evitar sentirme la peor persona del mundo al dejarlo en su situación.

El me dejo. Lo sé, no hace falta repetirlo en mi mente cada segundo para que se quede grabado. Solo que no puedo creer que él esté haciendo una vida sin mí. Mis llamadas y mis mensajes, ignorados por la persona que todavía amo, es lo que más duele.

En toda la entrevista respondo cortante y no me atrevo a extenderme demasiado en lo que digo. La conductora tuvo que formular nuevas preguntas para que el programa no sea corto. Después de terminar el programa, voy al camerino. Me cambio y salgo pronto, antes de que me vea alguna persona.

No tardó demasiado en ser descubierta por mi peor enemigo.

—¿A dónde vas? —dice William cruzado de brazos.

—¡Hola! —Lo saludo—. Te estaba esperando.

—Sí, claro y yo me chupo el dedo.

—Eso no sabía. Deberías ser más abierto conmigo.

William sonríe.

—Me estás diciendo que debo de ser más abierto con la persona menos confiable del mundo.

—¡Qué malo! —golpeo su pecho.

El ríe al ver lo débil que fue mi golpe como para hacerle daño.

—Vámonos—dice y pasa al lado mío.

—¿Acaso no me vas a regañar?

—¿Por qué? —se detiene—. ¿Por defenderte? Creo que me gusto que le respondieras asi a la conductora.

—¿En serio?

—Sí, pero que no se vuelva a repetir.

Eso no te lo prometo. 

Sigo Adelante 「 J o r t i n i 」#Libro2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora