Cap 15: Tal y como si estuviera destinado

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Mi mente y respiración acabaron serenándose. Me repetí que yo tenía el control y aunque la sensación de opresión en mi pecho no había desaparecido por completo, me obligué a levantarme y recoger los objetos del suelo.

Cuando arreglé todo el desastre, me dirigí con lentitud hasta el pasillo, a las escaleras. Subí el primer escalón, después el segundo y con el pie en alto a punto de alcanzar el tercero, me detuve.

El timbre había sonado y la figura de alguien al otro lado de la puerta ensombreció los traslúcidos cristales. Me giré por completo hacia la puerta y me pregunté de quién se trataría.

¿Sería Nina? No, aún era pronto para que su cita hubiera acabado. A menos que algo hubiera salido mal... En ese caso iría directa a buscar a ese pelirrojo que se las vería con mi peor versión.

Pero no, la figura era alta y musculosa. Si no era Nina, ¿quién era la persona tras la puerta? Y si... ¿Y si era Ethan?

El timbre volvió a sonar de nuevo y agité mi cabeza bruscamente, debía tomar una decisión, retroceder y enfrentar a quién sea que estuviese tras la puerta, o seguir hacia delante y quedarme en mi cuarto.

Bajé lo subido y abrí la puerta sin siquiera haber mirado por la mirilla.

Mi corazón saltó en su lugar y mis ojos se abrieron con sorpresa. Mis manos se dirigieron al instante a mi pelo y lo ordené de forma improvisada, intenté sonreír y limpié mis mejillas para borrar cualquier rostro de lágrimas secas.

—¿Ast? —preguntó preocupado—. ¿Estás bien?

Subí mi mirada hacia sus ojos y me quedé paralizada. Él estaba allí, verdaderamente se encontraba frente a mí; con su figura imponente y sus ojos preocupados, preguntándome qué si estaba bien.

—Lo siento, Ethan —le ofrecí una sonrisa de boca cerrada. Mi rostro se desencajó y mi corazón dio un vuelco en mi interior—. Por favor, no quiero que te vayas.

Sin decir palabra alguna, me cogió el rostro entre sus manos y acarició mis húmedas mejillas.

—Ast... —suspiró.

—Perdón... —lo interrumpí, volviéndome a disculpar ansiosa—. No debí de haberte tratado así, lo siento mucho.

—Está bien, bonita... —intentó calmarme. Sus brazos rodearon mis hombros—. Las cosas pasaron demasiado rápido... Yo también estoy arrepentido y estoy aquí para todo lo que necesites.

Asentí y cerré mis ojos, uniendo mi frente a la suya.

—No me voy a ir a ningún lado —repitió.

—No sé como lo supiste... —negué mirándolo a sus ojos que brillaban con determinación—, cómo supiste que algo estaba mal. Pero no me importa, solo me estoy dando una oportunidad... Estoy confiando en mí y para eso... Para esto, te quiero aquí mi lado.

En menos de un segundo, acorté la distancia entre ambos y uní mis labios con los suyos.

24 de noviembre, Macht.

—Ast —me llamaron—. Pss, Asteria, despierta.

Gemí molesta y di media vuelta en la cama. ¿Quién estaba hablándome tan pronto por la mañana?

—Vas a llegar tarde —me movieron el hombro.

Me coloqué boca arriba y abrí mis ojos para volver a cerrarlos ante la luz de lámpara de noche. Llevé mi brazo hacia mi cara y volví a bufar. Esa era una de las razones por las que jamás encendía la luz y prefería que fuera el Sol el que me despertara

—¿Qué? —susurré medio dormida—. ¿Qué pasa? ¿Llegar tarde? ¿A dónde?

—Asteria —me agitó de nueva esa persona a la que aún no lograba enfocar—. Vamos, Ast.

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