Buscándome la vida

Mi semblanza (capítulo 5)

Llegamos a casa y me disculpé mirando siempre el piso pobre que teníamos. Mi madre se acercó y me abofeteó como nunca, sentí caer sus lágrimas y su desgarrador dolor, no hice nada, me quedé inmóvil. Me golpeaba los brazos con sus pequeñas manos, no me hacía nada pero era como un golpe al corazón. Yo no sabía la razón por la que seguía, me gritó que Ashley estaba embarazada y había llamado desesperada y desconsolada. Entendí todo.

         Era una sociedad pobre para nosotros, los Black Panthers salían todas las semanas a protestar por una vida digna para negros educados y con los mismos derechos que todos.  Yo en situación de dealer era como me podía sustentar. Ahora que Ashley, que pasaba a ser la madre de mi hijo debía ser mantenida por mi hasta siempre. No me dejaba volar, me ataba, pero a la vez fue bueno para aterrizar un poco. Ella me apoyó siempre, estuve con ella y ella conmigo, me consiguió un trabajo normal pero muy esforzado,  aunque no pude librarme fácil de mi negocio y trayectoria.

           Pese a todo lo que pasaba pudimos seguir en camino, mi chica vivía con nosotros, se apoyaba recíprocamente con mi madre. Iba todo bien pero no pude decirles que yo seguía en mi rumbo, hasta que Ashley se dio cuenta y decidió marcharse con nuestro hijo hasta que fuera un hombre seguro y de verdad. Me dolió pero estaba tan cegado que caí peor en mi vicio.

         Yo era Sean, un negro hijo de puta para algunos, un simple dealer para otros, un hijo perdido para mi madre. Una persona de buen corazón pero la vida te hace ser duro y moldearte a tu situación. Vivo con mi madre Rebecca, quien debe muchas deudas ya que nunca tuvo la ayuda de mi padre cuando me trajo al mundo, tenía cáncer terminal y ya estaba en sus peores momentos. Yo trataba de generar el dinero para poder costear sus terapias y medicamentos. Ashley una amiga que vivía en mi ghetto, era una dulce negra y bien atractiva, manteníamos una relación de no involucrar sentimientos nunca. Toda mi existencia me la he vivido en el Bronx, donde desde siempre ha ardido.