—Hanny, tranquila, cielo —dice papá. Siento su brazo alrededor de mis hombros, sosteniéndome, ayudándome a no perder el equilibrio—. Vamos afuera.

En shock, dejo que me conduzca. Una enfermera le da una sonrisa tensa y entra arrastrando un carrito.

No vamos a la sala de espera, me guía a una banca que está en la mitad del pasillo. Se deja caer a mi lado con los codos apoyados en los muslos, yo miro el suelo, tengo la cabeza en blanco y, al mismo tiempo, es un desorden.

¿De verdad tiene otra familia y por eso se ausenta durante semanas? No es que me sorprenda que salga con alguien más, el matrimonio de mis padres terminó hace mucho tiempo, es solo que me decepciona que me lo haya ocultado, lo que me duele más es que hayan fingido aun sabiendo la verdad. No sabía que estábamos tan jodidos.

—¿Es cierto lo que dijo? —Me responde el silencio, está quieto contemplando el piso—. Necesito saberlo, papá, quiero escucharte.

Mis ojos se nublan, aguanto las lágrimas. Tengo miedo.

—Tu madre y yo hemos pasado por tiempos muy difíciles, cariño, para arreglar una relación se necesitan las dos partes, Louise no quiere perdonar ni seguir adelante, no puedo hacer nada con eso. La amaba con todo mi corazón, pero ella busca a alguien perfecto y nunca podré serlo. Dejamos de encajar, de reír, de hablar, yo llegaba del trabajo y ella no quería estar conmigo, ni siquiera dejaba que me acercara, que la tocara. Nuestro matrimonio se rompió y no me dejó hacer nada para arreglarlo —susurra.

Agacho la cabeza.

Recuerdo muchas cosas, sus peleas, mi madre siendo fría con él, él intentando acercarse... No entendía.

—¿La amas todavía? —pregunto, sintiendo la boca seca.

—Siempre lo haré, Hanny, me duele ver en quién se ha convertido, los dos hemos cambiado y si pudiera regresaría el tiempo, cambiaría muchas cosas. Tu madre no era así, no estaba obsesionada con el control ni con la perfección, era divertida y simple, eso fue lo que me enamoró de ella. Cada vez que te utiliza para llenar sus vacíos me destroza, no te deja vivir, no voy a seguir permitiendo que actúe de esa manera, te estamos lastimando.

—¿Por qué no te divorcias?

—Se lo propuse el día de tu cumpleaños, se puso como loca y luego pasó esto, ¿cómo puedo dejarla así? Ella es mi mitad, pero juntos solo nos hacemos daño, no puedo seguir viendo cómo nos destruimos. —Ahora entiendo por qué gritaban ese día en la noche.

—¿Hay otra mujer? —pregunto en un susurro. Se aclara la garganta y se endereza. Por un momento creo que no va a contestarme, sin embargo, lo hace.

—Hace tiempo estuve con alguien, no estoy orgulloso de lo que hice, no pude evitarlo. —Observo su perfil por el rabillo de mi ojo, se ve avergonzado, triste. Extiendo la mano y tomo la suya, sus comisuras tiemblan. Lo entiendo, de alguna extraña manera lo hago, no me gusta que mi madre esté sufriendo, pero también puedo ver dolor en el rostro de papá, no puedo elegir un lado, no puedo juzgar a ninguno de los dos—. No quería que te enteraras así, no quiero que te decepciones, tú y tu hermana son lo más importante que tengo.

Me cubro la boca con las palmas, mis ojos escocen.

—¿Hermana?

—Se llama Jocelyn. —Sonríe con tristeza.

Suelto una risa nerviosa, no sé qué significa el nudo que tengo en la garganta ni el cosquilleo de mis dedos. Estoy emocionada, también asustada y melancólica, ¿está mal sentirse de esa forma? Siempre quise tener un hermano, alguien con quien compartir y a quien cuidar. Creo que debería estar furiosa como mi madre, reclamarle, pero siento todo lo contrario, soy un torbellino de emociones. Estoy herida, sí, no obstante, sabía que nuestra familia estaba rota, no puedo cegarme y asegurar que me ha traicionado.

Química imparable © (AA #2) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora